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Cerca de un Mundial, cerca de un ‘boom’ publicitario

De repente uno prendía el televisor y oía las letras de canciones como ‘Colombia Caribe’, ‘Colombia tierra querida’, ‘Fiesta’ o ‘Fútbol gol’, alegóricas a la selección del país que por su juego vistoso no sólo se había convertido en una de las más importantes a nivel futbolístico, sino también en un show publicitario. Por culpa de estas canciones y su ritmo pegajoso que lograron que todo un país convirtiera los pequeños triunfos en proezas, la ilusión y el convencimiento de pensar que el fútbol nacional era uno de los mejores exponentes del mundo, creció. A mediados de la década de los 90, época en la que crecí viendo una selección que pasaba de la desilusión del mundial de 1994 a la confianza en las eliminatorias para Francia 1998, la publicidad guió que los sentimientos de los colombianos crecieran hacia los jugadores que se vestían con la tricolor. ¿Quién no tenía la colección de los muñecos de la selección Colombia? ¿Quién no se desquitaba con aquellos muñecos cuando el equipo perdía? O también ¿Quién no tuvo a Max  caimán? Pues mis caprichos de hijo menor lograron convencer a mi papá para que me comprara todos estos muñecos y además, de tener el video en Betamax  del 0-5. Debo confesar que cuando la selección dejó de asistir a los mundiales ponía aquel video para esconder las frustraciones generadas por once jugadores que no lograban hilar triunfos para un país entero. Fui un fácil consumista de todo lo que salía de los jugadores como las pelucas del ‘Pibe’ Valderrama, tomaba Frutiño porque solo quería pegarle al balón igual que Iván René Valenciano, nunca lo logré. Tenía loncheras con la imagen del ‘Tino’ Asprilla y Leonel Álvarez, o tomaba colombiana porque Freddy Rincón nos decía que gracias al patrocinio de esta bebida, el fútbol colombiano estaba en alza. Después de tantos años, nuevamente una selección de fútbol genera pasiones y sentimientos en las personas comunes y corrientes. Hasta el momento, el trabajo de José Pékerman ha sido impecable junto a sus jugadores que han convertido el triunfo en una sana costumbre y que los tiene al borde de una nueva clasificación a un mundial de fútbol. También, me tienen al borde de una nueva ilusión de llenar el álbum de Panini viendo a doble página 19 colombianos que representarán a todo un país en Brasil 2014 (ojalá así sea). Esta selección está cerca de lograr que nuevamente sean un atractivo publicitario para las grandes empresas y conseguir consumistas potenciales, como yo. Pero también, está cerca de alcanzar que los colombianos creativos comiencen a hacer máscaras de ‘tigre’ para vender en las calles, activando la economía informal y la supervivencia de los pequeños y más necesitados empresarios.  Posiblemente gracias a los triunfos de los dirigidos por Pékerman y si se llegar a dar el boleto a Brasil 2014, algún político con aspiraciones presidenciales ya se estará ideando la manera de relacionar un triunfo del equipo con el número de su tarjetón, como lo hizo Andrés Pastrana en la época del 0-5. Es así que la clasificación a un mundial no sólo afecta el entorno deportivo, sino también el social, cultural y político de un país. Como dice un profesor que tuve en la universidad “no es por amargarles el rato, pero les recuerdo que el mundial es en la misma época de las elecciones presidenciales”. Y espero, que estos jugadores de la selección no sean creadores de conciencia para decirnos por quién votar para la próximas elecciones presidenciales como sucedió en la década de los 90. Tiempo extra: este viernes seré un de los millones de colombianos que estará pegado al televisor viendo el partido de la selección frente a Bolivia seguramente con una cerveza en la mano. Al igual que todos, espero que la selección gane para enfrentar con mayor confianza a Venezuela este próximo martes y así lograr que la ilusión de estar en Brasil 2014 aumente. Jhon Álvaro Clavijo / Twitter: @siperohoyno

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