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Colombia sigue agobiada por el ridículo regionalismo

De verdad que no vale la pena citar la grosería que se puede leer en las redes sociales y en los comentarios de los medios digitales para confirmar que hay mucha gente que mantiene una lucha de regiones insensata en torno al fútbol. En los recientes partidos de la selección Colombia se hizo evidente el odio irracional de nuestros compatriotas. Y lo peor es que el improperio ya no sorprende sino que hace parte del ambiente. Si bien las peleas son estúpidas, no por eso hay que acostumbrarse a ellas. En Twitter, por ejemplo, sobraron las ofensas hacia Dorlan Pabón. Varias de ellas, tristemente, resaltaban su origen antioqueño, como si eso fuera pecado. Otros insultaron a Pékerman por su nacionalidad argentina. Ahora, para no ir tanto al pasado, los cobardes enfrentamientos se cuentan por elegir a Barranquilla como sede para jugar en septiembre ante Uruguay por las Eliminatorias. Tras esto último, aparecieron cientos de cachacos, costeños, paisas y caleños defendiendo con groserías su simple parecer y no sus argumentos. Pero en realidad es todo el país el que está en una lucha de regiones infame, una muy diferente a la que se ve por televisión por estos días. El desafío del mal aficionado es nulo, simplemente se trata de plasmar insultos. Somos muy ridículos. El Deportivo Pasto fue castigado porque algunos hinchas les gritaron “micos” y “negros” a Carmelo Valencia y Dahwling Leudo, jugadores de La Equidad. Sería bueno conocer la pinta europea de estos aficionados que siempre se han creído más por pagar una boleta. Todavía en estos tiempos se habla de roscas y de rechazos por nacimientos. Es innegable, por ejemplo, que cuando se habló de la posibilidad de que Leonel Álvarez dirigiera a Millonarios muchos reaccionaron negativamente porque el técnico es paisa, como si no supieran que el “pueblo antioqueño” fue el encargado de sacar al equipo de su mayor quiebra. ¿Es un acierto o un error prestarle atención a esta continua y abundante grosería? Si los problemas hay que atajarlos, están equivocados aquellos que ni siquiera se molestan con tanta insolencia. Lo triste hoy en día, fuera de todo, es que se está jugando como se vive. Sin amor por la camiseta. En Twitter: @javieraborda

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