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Las leyes del fútbol, tan irrespetadas como las de la nación

Cuando era chiquito hacía tareas en la casa de mi abuela mientras escuchábamos en Todelar "La ley contra el hampa", una especie de radionovela que trataba de ser un CSI criollo con mucha bala, mucha moral y los malos, verdaderos villanos aborrecibles, siempre pagando por sus culpas. Crecí y, aunque para mi pesar la bala se volvió algo de la vida real, a diferencia de la serie radial los malos casi siempre salen impunes. Porque en Colombia la ley, que debería garantizarnos libertad y orden (lema nacional, por cierto), es una palabra de tres letras, no más. Incluso en el fútbol. Acá no nos la tomamos en serio, creemos poco en ella, y la muestra está en que cuando los ciudadanos del común tienen problemas, en vez de recurrir a las autoridades para que hagan ejercer el famoso "peso de la ley", hacen fila telefónica para esperar que Julito les conteste: si el locutor de voz galante los deja exponer por un solo minuto su caso en su programa de radio, prácticamente estará solucionado. Así somos, amantes de  la vía rápida y fácil (la peor herencia cultural del narcotráfico), nos volamos un semáforo cuando podemos, pagamos un chanchullo para evitar un trámite, ignoramos el bien colectivo en pos del bienestar propio... somos santanderistas en el peor sentido del término: el de darle vuelta y revuelta a la ley para sacarle ventaja, el de la leguleyada. No soy el primero que dice esto, pero es evidente que nuestra falta de respeto a esa palabrita de tres letras comienza porque las propias autoridades no la respetan. Hablo de corrupción, por supuesto, de casos como el del senador Merlano que cree que por su cargo puede manejar borracho y sin pase (a mi por lo mismo me mandaron una vez el carro a los patios hace unos años... ¿por qué no fui congresista?), de otros colegas del sucreño que realizan tráfico de influencias, de exministros que durante su mandato propusieron leyes para que favorecieran a empresas con las que ahora están vinculados... pero este blog es de fútbol, y por eso voy a hablarde una organización que no hace más que violar sus propias leyes y que por eso mismo, tal como pasa en la nación, ha perdido todo el respeto. Miremos lo que pasa con el Pereira. Su reconocimiento deportivo fue suspendido por Coldeportes, con lo cual el equipo no pudo jugar contra América, Bogotá y Rionegro, equipos a los que por reglamento se les dieron los tres puntos y un marcador a favor de 3-0. Claro, esto es sólo por Torneo Postobón, pues por Copa los puntos y las goleadas fueron para Tolima y Huila (aunque aún en stand by). En total, cinco partidos que, según el Artículo 102 del Código Disciplinario Único de la Federación, le representarán a los matecañan pagar 50 salarios mínimos legales mensuales vigentes de multa. Lo curioso es que en ese mismo artículo dice que "en casos graves se excluirá al equipo en cuestión de la competición"... pero no, al parecer estar ausente de cinco partidos, tener deudas enormes y no tener cómo responderles a jugadores y otros empleados no es un caso grave. Por supuesto: nunca lo ha sido. Pereira no es el primer deudor multimillonarios de nuestro fútbol y otros clubes, como Millonarios o América, han estado peor y ahí siguen, con restructuración a bordo. La ley, como se ve, puede tener excepciones. Es tan excepcional su aplicación, que por ejemplo al Cúcuta le suspendieron el reconocimiento deportivo en vacaciones, con lo que tuvo tres meses de un suspuesto castigo que no lo fue, pues a pesar de no pagarle a sus empleados ni responder por impuestos o parafiscales, nada le iba a pasar ya que no estaba en competencia. Coldeportes no ha sido serio en los castigos a los clubes y la Dimayor es feliz dándoles aire para que la ley pase por debajo de la mesa sin que nadie la vea. Y cuando me refiero a aire es a la posibilidad de convertirse en SA, meterse en ley de quiebras y darles largas a sus deudas y deudores. A eso mi abuela le dice alcahuetería, aunque sea legal. Además, si algo nos ha demostrado la dirigencia del fútbol colombiano es que la ley no es para todos. El Artículo 104 de ese Codigo Disciplinario, que es en últimas la ley de nuestro fútbol, habla de los castigos en contra a la discriminación. Colombia, nuestra pluriétnica y multicultural nación, es un foco de racismo absurdo y que exista esta norma (que de paso cumple con los mandatos Fifa a favor de la igualdad racial, sexual y de género) es de aplaudir. Por eso el que castigaran al Pasto en marzo pasado con una multa de $11.334.000 debido a las manifestaciones racistas de sus hinchas en contra de jugadores de Equidad fue destacable. Lo absurdo, lo que ratifica que la ley no es para todos, es que nunca más hubo otra sanción al respecto y muestras de racismo hay en cada fecha. Con el permiso de Dimayor y el perdón de ustedes, pero desde el 18 de marzo hasta hoy los "negro hijueputa", "costeño comeburra", "paisa sicario" y demás expresiones de odio que atentan contra ese Artículo 104 siguen. Es más, hasta en un amistoso como el de Millos vs. Atlético de Madrid escuché insultos a viva voz en contra de Wilberto Cosme, en los que no sólo se le criticaba por malo, sino por negro. Pero al único que castigan es al Pasto... Ahora veamos lo que pasó en el Cali vs. América de la fecha 8 de la Copa Postobón. Los hinchas de los dos equipos invadieron el campo, pusieron en riesgo la seguridad de jugadores, árbitros y demás espectadores y, para rematar, el partido se tuvo que dar por terminado cuando aún le quedaban cerca de 40 minutos. Una vergüenza absoluta para azucareros y escarlatas, para sus hinchadas y para Cali que, según el Artículo 96 del Código, implicará sanciones, multas y supensión de la plaza, incluso hasta por 4 fechas. Todo depende del informe del árbitro. Vale la pena recordar que algunos malos hinchas del Cali ya habían invadido el campo en el partido frente a Quindío, lo que le costó una fecha a puerta cerrada a los verdiblancos. Incidentes similares ocurrieron en Ibagué en el Tolima frente a Santa Fe y en Pereira en el duelo entre los locales y Alianza Petrolera. En ambos, las plazas tuvieron dos fechas de sanción. La pregunta que hago al aire, así, casual, es: ¿y los vándalos que protagonizaron estos actos fueron castigados? La respuesta es un enorme no. El Artículo 14 de la Ley 1445 de 2011, la famosa 'Ley del fútbol' que reglamenta a los clubes deportivos y dicta las nuevas normas de seguridad y convivencia en los estadios (por cierto, es bueno que la conozca, así que acá le dejo el PDF), habla de multas y de prohibiciones para entrar a los estadios de tres a cinco años para aquellos que inciten a la violencia al interior de escenarios deportivos, pero acá no pasa nada: la ley queda en el aire (donde ya estaba, porque habla de los estadios pero no habla de los barrios, la carreteras del país y otros escenarios en donde los malos barristas se juegan la vida de todos a bala y cuchillo). Eso sí, estoy seguro de que si lo que pasó en Cali hubiese ocurrido en Pasto, ya habrían suspendido el Libertad como un semestre y 100 cuyigans estarían en la cárcel... y no exagero: historicamente está demostrado que al equipo del sur le aplican leyes que a los demás no. Pero bueno, así es la ley acá: sólo para algunos y una invitación permanente para que los demás no la cumplamos. A fin de cuentas, si no la hacen valer los que las redactan, como Merlano o como la Dimayor, no hay mucha razón para que los que las tenemos que acatar creamos en eso de libertad y orden. Sólo nos queda esperar que Julito arme una pelotera para ver si hay ley contra el hampa en la vida real. Discutámoslo en Twitter: @PinoCalad PD. Sólo para que pensemos un poco en lo que está pasando en este país, les dejo una linda infografía publicada por la Revista Apolorama de las 10 estrategias de manipulación mediática de Noam Chomsky. Genial...  

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