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¡Matáme Verde Matáme!

Era uno de los coros más populares de la hinchada en la década de los ochenta. De la mano de la narración del “Paisita” Munera Eastman el Atanasio Girardot se convertía en una sola garganta que brotaba el sentimiento de: “¡Matáme Verde Matáme!”¿Matar qué dirán algunos? ¿Qué significaba, qué comunicaba este coro? Con tres palabras se resumía mucho, se pasaba por el sufrimiento, por ese estado de clamor, de petición de buscar la palabra “matáme” con tal de seguir viendo los colores verdolagas. Se manifestaba el desahogo ante la frustración o la necesidad de escape ante tanta alegría. “Matáme Verde Matáme” en la boca de 35 mil almas era una forma de decir te quiero pero me haces sufrir, te odio pero me haces amarte…”Matáme verde Matáme” durante este semestre, en la fase “Todos contra Todos” y sobretodo en los cuadrangulares, más aún contra Pasto, Nacional de la era Juan Carlos Osorio lo aplicó con creces. Una lástima que ese coro se diluyó en el tiempo. Hoy somos finalistas. A punta de suerte (mucha suerte), berraquera, pundonor, actitud y empuje, este equipo paso a paso se metió a una final que hace 15 días era totalmente impensada. Yo no me arrepiento de nada de lo que escribo y si debo de hacerlo lo hago con la mayor humildad. Lo he dicho varias veces desde esta ventana y sigo pensando lo mismo: no me gusta el proceso de Juan Carlos Osorio, me parece un gran profesional, un buen técnico pero no un director técnico para Atlético Nacional. Es eso y a pesar de ser finalista y disfrutarlo hasta la médula, no dejo de ver el fondo: Osorio, no es un técnico para la filosofía de Nacional. Como también hay jugadores que no son para vestir estos colores. La misma clasificación a esta final lo demuestra: fue una clasificación irregular como ha sido el nivel del equipo a lo largo del semestre, llena de dudas en el andamiaje, con baches profundos, sin denotar un esquema táctico sólido y un juego fluido. Y así se clasificó, y así también vale. Los más grandes también clasifican sin convencer, los más grandes también llegan a la meta trastabillando, pero llegan. Nacional apeló al amor propio, a ese mismo amor propio que en el 2011 nos hizo campeones luego de ser suspendida la plaza y salir como parias a buscar estadio por todo el país. El verdolaga cuando apela a ese amor propio saca algo que lo impulsa, un algo que va más allá de nombres, esquemas y niveles, ese algo no se consigue de la noche a la mañana, ese algo es de pocos, no de muchos, se llama: jerarquía. Esto ya no es algo de los que apoyan a Osorio o de los que van contra Osorio, no hinchas verdolagas, por encima de los directivos, de un cuerpo técnico, de los mismos jugadores está la institución, su historia, su abolengo y, la hinchada. Nada está por encima de esto. Por eso hoy que somos finalistas, que sufrimos y que vimos que sufriendo también es bueno y válido, hay que estar unidos alrededor de este equipo. Ha sido un semestre duro, lleno de altas y bajas (más bajas) pero la jerarquía de Atlético Nacional lo tiene ahí de nuevo ad portas de coser una nueva estrella en el escudo (eso sí vale, las otras copitas son lindas pero la estrella es lo realmente valioso). Hay que llenar el Atanasio, el rival no pudo ser mejor, es Santa Fe, el equipo del que escribí que le envidio cosas (repito, no me arrepiento), uno de los cuatro mejores del continente y posible finalista de la Libertadores. Contra equipos así es que son buenas las finales. Por eso hago un llamado a la unidad por nuestro equipo, por ese bello Atlético Nacional que nos inculcaron nuestros abuelos, padres y tíos. Para terminar quiero felicitar a todo la institución, desde la señora de los tintos, pasando por la parte administrativa, los directivos (incluyendo los flojos), los jugadores (especial reconocimiento de mi parte para Sherman Cárdenas, Francisco Nájera, Stefan Medina y Alejandro Bernal por su profesionalismo, no lloran por nada, no les da gastritis, son unos trabajadores gigantes y honestos) y al cuerpo técnico que encabeza Juan Carlos Osorio. De nuevo Nacional está en una final, no es de extrañar, es su hábitat natural, su grandeza así lo exige. Los hinchas siempre ahí, con el corazón en la mano, las lágrimas en los ojos, la garganta doblada y el alma plena. Verdolagas, no lo olviden: “Matáme Verde Matáme” ¡Todos por la 12! *Este texto también aparece publicado en www.blogverdolaga.com Seguir a @poterios

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