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Por favor: ¡no empecemos a hablar de la Copa del Mundo en Colombia!

Ahí estábamos Javier Hernández Bonnet, Carlos Antonio Vélez, el padre Linero, Diego Rueda, un tipo que se puso un pulpo de felpa en la cabeza y decía ser el molusco que le dio la Copa América a Uruguay y yo. Con los tres primeros la gente se tomaba fotos y hablaba sobre fútbol o sobre Dios (alias 'El Man' para Linero) o sobre vaya uno a saber qué; con un Diego que no podía tener cara de estar más cansado charlaba otro periodista mientras unos vecinos paraban oreja; al hincha entusiasta una que otra persona le paraba bolas (aunque él gritaba para que de veras lo hicieran) y yo sufría los problemas de 48 horas vividas con sólo cuatro de sueño. Obvio, a mi nadie me paraba bolas, afortunadamente, porque los colombianos en las salas de espera tenemos una extraña tendencia a hablar con desconocidos y yo no estaba como para hablar del clima. El lunes pasado, a las 6:30 de la oscura mañana de Buenos Aires, esa era la escena que se vivía en el aeropuerto de Ezeiza y pensé que ese vuelo que me iba a devolver a Colombia era una metáfora increíble de lo que es Colombia: una mezcla extraña de farándula, religión, fútbol, exageraciones, chisme, bulla, risas, hipocresía... "Tropicalismo puro", pensé, retomando esa idea antropológica que en los años 30 brasileños trató de explicar por qué ese país era como era. Y claro, más allá de que la samba dice que Brasil es "un país tropical", así somos todos los de por acá y no se puede negar; sólo hay que ver el video de las policías que reciben a la selección inglesa Sub-20 meneando la cadera y uno lo entiende todo (recomiendo vivamente el Blog de mi colega @javieraborda al respecto). Pero más allá de las imágenes, creo que lo que hace increíblemente tropical a Colombia son las palabras de sus "eminencias", y para mi es inevitable señalar que las declaraciones de Luis Bedoya, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, son tan folclóricas que merecen ser comentadas. Resulta que un vocero de la Fifa, el guatemalteco Rafael Salguero, dijo el miércoles pasado que Colombia está lista para disputar el Mundial Sub-20 que empieza este viernes, y eso llevó a Bedoya a decir que si este campeonato es un éxito, el país irá por la sede de la Copa del Mundo, del Mundial de Mayores, del mayor evento deportivo del planeta... "Colombia deberá pensar en otro paso", dijo el bueno de Luis y yo, aparte de pensar en el oso de Uribe pidiendo la sede del Mundial 2014 hace unos años cuando ya todo el continente había acordado que el candidato de la Conmebol iba a ser Brasil, aparte de recordar en la oportunidad perdida y robada en 1986 (porque ojo, Belisario Betancourt no tuvo toda la culpa, los socios estratégicos de la Fifa también tuvieron mucho qué ver), aparte de asumir que al escribir esto muchos me van a decir que soy un amargo por recordar que una Copa del Mundo de mayores es imposible en Colombia, me puse una mano en la calva, me quité las gafas con la otra y dije: ay dios... Como dijo Jack el Destripador, vamos por partes: la declaración de Bedoya es absolutamente ridícula contextualmente. Es decir, la Fifa viene a decir por fin que Colombia está lista para el Mundial Sub-20 cuando apenas faltan dos días para empezar el evento (!DOS!) y para el presidente ya podemos empezar a pensar en una Copa del Mundo. No importan los sobrecostos desmesurados para este torneo (cuyo presupuesto comenzó en $100.000 millones en 2009, en 2010 subió a 160.000 y la Contraloría y Procuraduría se van a escandalizar cuando revisen a final de año en cuánto quedó), ni que las obras, que inicialmente debían ser entregadas en marzo, sólo se vinieron a entregar en su totalidad en la misma semana en que empieza el campeonato; no, para Bedoya Colombia puede apuntarle a un Mundial de Mayores porque "tenemos con qué". Detesto ser el malo de la película, pero no lo tenemos. Claro, se habla del Mundial de 2026 (y ojo, el presidente Juan Manuel Santos también habló de eso cuando era candidato), lo que inicialmente nos daría tiempo para preparar la infraestructura, pero lamento informarle que no va a pasar. No es que Colombia no merezca ser sede de una Copa del Mundo, ¡claro que lo merece!, especialmente por la afición que tiene y por nuestra forma de comportarnos con los extranjeros (aunque incluya el meneo provocativo de las agentes del orden), pero es que el problema no se reduce sólo a infraestructura o a pasión: el problema es político y de plata. Los Mundiales de Mayores están diseñados para ser negocios redondos y perfectos. Es la mejor vitrina del planeta y no sólo para los protagonistas del asunto, futbolistas y técnicos, sino para quienes de verdad le importan a la Fifa: sus socios estratégicos, sus anunciantes, los que le pagan millonadas para ser, literalmente, los dueños del aviso. ¿Quiénes son estos señores? Son seis: Coca Cola, Visa, Sony, Hyundai/Kya, Adidas y la aerolínea Emirates. Si se mira la lista, que por cierto se ve en los anuncios oficiales del Mundial Sub-20 de Colombia porque cuando eres socio de la Fifa tienes derecho de estar en todos, absolutamente todos los torneos que organice, desde fútbol playa en adelante, uno se encuentra con que cada uno de los seis socios ocupa un sector económico diferente, y esta exclusividad vale: en el 2007 Sony pagó US$305 millones para estar hasta el 2014 en el aviso, y Visa, que en el 2007 también tomó el lugar de Master Card y gracias a eso ha logrado consolidarse como la principal entidad de pagos electrónicos del mundo, se estima que pagó por este derecho/beneficio más de US$270 millones. Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con las posibilidades de que Colombia sea sede de una Copa del Mundo? Que el mercado colombiano para esos socios estratégicos de la Fifa es minúsculo. Por supuesto, al menos ahora existe, no como en 1986 que ni siquiera había una tienda Adidas en el país (uno de los motivos por los que no se hizo el Mundial acá ese año), pero sigue siendo insignificante y, además, ahí entra la cuestión política a pesar. Porque las diferencias entre Colombia y Sudáfrica en términos económicos y de mercado no son gran cosa y allá se hizo la última Copa del Mundo, pero las razones para que ese país fuera sede tienen que ver con otros aspectos: Blatter prometió darle un Mundial a África para ser reelegido como presidente de la Fifa y en esa extraña "democracia" que es la Federación Internacional el continente negro tiene casi el 25% de los votos; además, la imagen internacional de Sudáfrica es notable gracias a Mandela, la lucha por la paz y la igualdad, el fin de Apartheid... Sin embargo, la experiencia de la Fifa con Sudáfrica 2010 fue tan mala en términos organizativos, que incluso varios de los integrantes de su comité ejecutivo hicieron pública su preocupación por realizar Mundiales en países del tercer mundo y pobres. Mire nada más las críticas oficiales que hay con Brasil 2014... es más, mire, e insisto en eso, que Colombia 2011 recibió la aprobación oficial dos días antes de empezar, cuando la sana costumbre de Blatter y su combo de ejecutivos es hacerlo 100 días antes. A estas alturas usted debe estar pensando: ¿y entonces por qué nos dieron la sede del Sub-20? Porque, como dice Simon Kuper en el buen especial sobre el torneo que publicó Revista Semana, el Mundial Juvenil es un evento barato: los gastos en infraestructura son mínimos en comparación a los que exige la Fifa para una Copa del Mundo y, además, este torneo nació con la idea de llevar una idea de Mundial a territorios donde habitualmente no llegaría. Por eso los Mundiales Sub-20 suelen disputarse en sedes exóticas como Nigeria, Malasia, Qatar, Australia, Túnez, Arabia y, cómo no, Colombia. La idea es universalizar el fútbol y a fe que la Fifa lo hace muy bien, porque te vende la idea de un Mundial sin decirte que una cosa es organizar un Sub-20 y otra muy diferente uno de Mayores. Pero bueno, no falta el que se entusiasme con las declaraciones de Bedoya y se monte en el bus de Colombia 2026. A fin de cuentas, el discurso, la palabra, la carreta, el humo, son las máximas expresiones del tropicalismo a la colombiana... claro, aparte de nuestro extraño comportamiento en las salas de espera de los aeropuertos. Sígame en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad

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