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Sarcasmos del posible descenso de Millonarios

Los más pesimistas y optimistas ya se están imaginando a los azules en la segunda división del fútbol colombiano. Un hecho que a priori se ve como negativo, podría, sin embargo, traer sus beneficios. Uno de ellos sería que la Primera B tendría mayor cobertura por parte de los medios de comunicación. Ese torneo de por sí empobrecido se aprovecharía de la ocasión para vender otro clásico capitalino, el de Millonarios contra Academia. Los videos de los derbis ante Santa Fe serían desde entonces sólo recuerdos de museo. Y tendrían su valor, incluso mayor del que cuentan ahora. Con Millonarios se subiría de inmediato el nivel de la segunda división, incluso el de la Copa Colombia. Si al equipo de primera llegaron arqueros como Juan Obelar o delanteros tipo Hernán Boyero –sólo por nombrar las últimas perlas que han aparecido en el equipo-, en la B no habría pena al contratar otras figuras de Honduras o Bolivia. Los directivos irían más allá y traerían estrellas de Puerto Rico, Surinam o cualquier otro país fértil en grandes jugadores y con torneos altamente competitivos. La caída de Millonarios abriría de igual forma una puerta inmensa para Santa Fe y La Equidad, los cuales sumarían más y más hinchas a su favor, contando, claro, con un Millonarios menos visible para las nuevas generaciones. El Campín se llenaría entonces en cada fecha con 40 mil camisetas rojas santafereñas y el estadio de Techo no daría abasto para recibir a tantos jóvenes enamorados de La Equidad y su proyecto futbolístico. De paso, Millonarios podría construir de una vez un estadio propio (o adueñarse del Olaya) para no seguir compartiendo casa con su acérrimo rival. ¿Y qué decir de los ‘Comandos azules’? Pues conocerían otras ciudades de Colombia. Se culturizarían un poquito más yendo en bus a Sincelejo o, por ejemplo, Buenaventura. Ellos le darían mucha vida a la B. Alegrarían con sus cánticos otros escenarios deportivos del país y reforzarían ante la opinión pública su amor incondicional a Millonarios. Así el equipo no haya ganado nada en décadas y viviera en la segunda categoría, ellos seguirían a su lado, inmodificables. Por demás, los hinchas de ‘Millos’, aquellos que nacieron en las más recónditas entrañas capitalinas, le echarían la culpa del descenso a los paisas. Dirían que no fueron los presidentes Juan Carlos López, Guillermo Santos, Santiago Rendón, Jorge Franco, José María León -¡ni siquiera Luis Augusto García!- quienes ayudaron con sus decisiones al lastre de Millonarios. No, no señor. Fue José Roberto Arango, quien como buen antioqueño se rebuscó la plata (24 mil millones de pesos), pero la terminó embarrando al traer a su compadre Javier Álvarez a las divisiones menores, para hacerle cajón al capacitado Richard Páez. El equipo –justificarían- acabó ahí, con esa rosca y esa división. Esto final es importante. El descenso también sería saludable para cientos de oyentes que están cansados de escuchar a los dinosaurios del periodismo deportivo hablando siempre mal del equipo. Los periodistas ya no se explayarían en diatribas porque Millonarios, créase, empezaría en la B el camino de otros grandes conjuntos del mundo que han descendido y han sabido resucitar. ¡Millonarios estaría al nivel de la Juventus, Chelsea y hasta del Manchester United! Twiter: @javieraborda

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