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Y usted, ¿cómo se siente antes del Mundial?

Se podría decir que la mayoría tiene un miedo ansioso. Parece que el colombiano no va a ir al circo de las mejores atracciones sino que se va a dar una vuelta por la casa del terror. Que el hincha llene el álbum de Panini por estos días solo es una amalgama ante el susto que produce la posibilidad de lesión de un nuevo jugador de la Selección. Cuando Teófilo Gutiérrez se lastimó hace poco en River hubo escalofríos. Los videos de apoyo a Falcao son, mientras tanto, una tortura masoquista, como que hacen crecer la incertidumbre, más que acabarla. “Cuando llegue el momento de la decisión se verá si estoy disponible”, acaba de afirmar Radamel. Por su parte, Camilo Zúñiga, ese pequeño demonio de la banda derecha, es otra incógnita. Macnelly Torres ahora parece otro desplazado más de los miles que ya cuenta este país, solo que no está en Bogotá sino en Arabia Saudí. Y qué decir por ejemplo de Yepes, de la disminución de su velocidad, de lo que sentimos cuando salió en camilla y con cuello ortopédicoen el partido del lunes ante Juventus; o de Zapata, que se volvió un fantasma en Italia; o de Mondragón… ¿estará en forma en caso de que tenga que tapar de verdad en el Mundial? “El palo no está para cucharas”, diría un poco elegante narrador de fútbol (de tantos que hay).  Además, aterra el silencio que ha cobijado a la Selección todo este año. Pékerman salió hace unas semanas a calmarnos en una rueda de prensa, pero fiel a su estilo y al de su cargo no dijo nada en realidad. Hay que decir, eso sí, que juega a favor del técnico que actualmente no existe nada que pueda mitigar las ganas de saber lo que tenemos en realidad para pelear en Brasil 2014. Ya lo decía con cierto humor y pesimismo el escritor Juan Esteban Constaín en una columna titulada “Colombia no”: “(…) estoy empezando a ver enredado y sombrío lo de Colombia en el Mundial, y creo que hay que reaccionar con urgencia. Disipar ya, como sea, esas nubes de tormenta que se están agolpando allá arriba. Basta verlas”. Se refería en especial a otro punto que por desgracia no es final: un favoritismo maluco. Un aguacero de mala suerte. Desde Nueva York, el agorero Pelé dijo que Colombia “debería estar entre los cuatro finalistas”del Mundial. "Colombia siempre tuvo un fútbol muy bonito, un fútbol de clase, técnico", nos espetó. Es imposible convertirse en la voz de todos, pero la ansiedad es natural al momento y la duda es asfixiante. No sabemos si somos favoritos, si el equipo está para ganar los tres partidos o si se irá (nos iremos) de la primera ronda sin glamour. Pasar de octavos, contando el posible rival, Inglaterra o Italia seguramente, suena épico. Y eso no quiere decir que no haya optimismo sino que desconocemos en qué estamos y cómo vamos a llegar. Eso puede estar bien si es para evitar el favoritismo, aunque mal para conformarnos con tan poco. Por eso es que yo me siento así. Con ánimo y ansiedad, aunque con mucho recelo, que no es lo mismo que pesimismo. ¿Y usted? En Twitter: @javieraborda

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