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El trabajo más ingrato del mundo es ser técnico en Brasil

Sudamérica es claro ejemplo de inestabilidad en el cargo, pero en Brasil la situación es especial: ha llegado a la desorbitada cifra de 40 entrenadores despedidos en 30 fechas disputadas.

La llegada de Adenor Leonardo Bacchi "Tite" al Corinthians supuso alcanzar este miércoles  la desorbitada cifra de cuarenta entrenadores entre los veinte equipos que integran la Liga brasileña, que acaba de superar su trigésima jornada.

De estos cuarenta, 29 entrenadores llegaron a firmar un contrato, mientras que los once restantes han dirigido a sus respectivos equipos en calidad de interinos, una posición que no se debe desestimar puesto que algunos de esos sustitutos han tenido más estabilidad que varios de los llamados fijos.

El interino Sergio Baresi dirigió al Sao Paulo 14 jornadas superando netamente la marca de, por ejemplo, Silas, que apenas aguantó 36 días en el banquillo del Flamengo, el actual campeón de la Liga, que anda a la deriva en la mitad de la tabla.

Para corregir esta esquizofrenia de cambios, el Flamengo le acaba de ofrecer un contrato de "larga duración" al ex seleccionador brasileño Vanderlei Luxemburgo, de nada menos y nada más que 27 meses.

Antes de firmar con el Flamengo, Luxemburgo ya había probado las mieles del despido este año en el Atlético Mineiro, una situación que se puede dar en Brasil porque no existe un límite para este auténtico "baile de las sillas", como sí ocurre en las ligas europeas.

Nueve entrenadores han dirigido equipos diferentes este año, a los que habría que añadir el caso peculiar de Ricardo Silva, despedido por el Vitoria en agosto y contratado de nuevo un mes después.

El Vasco da Gama y el Prudente son los equipos que se llevan la palma, con cuatro entrenadores por barba este año, mientras que tan solo tres equipos han aguantado estas 30 jornadas con los mismos comandantes del inicio: el Fluminense, con Muricy Ramalho; el Botafogo, con Joel Santana; y el Guaraní, con Vágner Mancini.

No todos los cambios de entrenador fueron despidos, puesto que Mano Menezes pidió la dimisión del Corinthians para convertirse en el seleccionador de Brasil y otros dos técnicos hicieron lo mismo, pero para fichar por equipos rivales.

Uno de ellos fue Paulo César Gusmão, que dejó al Ceará por el Vasco da Gama, y el otro, Paulo César Carpegiani, que abandonó al Atlético Paranaense ante una oferta más suculenta del Sao Paulo.

La mayoría de los despidos tuvo como motivo evidente los malos resultados, aunque alguna destitución tuvo motivos más frugales, como la de Rogerio Lourenço, que dijo adiós al Flamengo por la presión de la afición, según argumentó el entonces director del área de fútbol del equipo, Zico.

El Santos prescindió de los servicios de Dorival Júnior porque castigó más de la cuenta a Neymar, la estrella del equipo, después de que éste le hubiera insultado durante un partido.

Para la directiva del Santos, la amenaza de dejar al joven delantero en el banquillo por dos partidos seguidos supuso una causa suficiente para decapitar sumariamente a su técnico más exitoso del último lustro, que ganó este año la Copa de Brasil y el campeonato regional de São Paulo.

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