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Deshojando margaritas

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Cali perdió 2-0 con Santa Fe en la novena fecha de la Liga Águila. Colprensa

¿Se va o se queda? El martes, sí, tres días después de caer en Bogotá ante Santa Fe en un partido al que ningún adjetivo calificativo negativo de los usados en el fútbol le cabe porque no alcanza a representar la pobreza de lo puesto por Deportivo Cali en el campo, se decidió que Héctor Cárdenas y su cuerpo técnico seguirán, al menos hasta fin de mes, en el equipo azucarero. Esperaba otra cosa, la verdad.

Acepto que es nuestro DT y apoyaré al equipo, pero no entiendo las razones o por qué le dan tantas vueltas a algo que por su propio peso cayó varias fechas atrás. Cárdenas y Pautasso, con una nómina para ser fácilmente top tres, tienen al Cali en el puesto 16 practicando un fútbol para, tranquilamente, estar más abajo.

La irregularidad, la falta de variantes, la absoluta pobreza mental y profesional de muchos de sus jugadores y un entorno político complicado pudieron conspirar contra Cárdenas, cierto, pero, con el respeto que me merece el trabajador, en esas condiciones es que deben brillar sus capacidades y lo que hizo, para mí, fue escudarse en ellas en vez de combatirlas y, con mucha soberbia, encarar la realidad desde un mundo paralelo en donde la responsabilidad nunca fue suya.

Grave error o un gran aprendizaje, depende de Héctor y de qué tanto respaldo en verdad tenga de la plantilla, al menos, de dientes para afuera, con la boca y lengua (no con las piernas) así lo declararon. Dos partidos más pidieron y eso les dio, a regañadientes y en votación dividida, el comité ejecutivo.

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Yo no lo hubiera hecho, me refiero a escuchar a los jugadores. Me parece a todas luces un despropósito pedir tiempo para hacer, ahora sí (qué curioso) lo que en todo el torneo no: comprometerse.

El Cali, al que amo y amaré hasta que no pueda respirar más, se ha caracterizado, duélale a quien le duela, en ser una institución ejemplar amparada en el legado democrático y social de Don Alex y con una tradición que no tiene discusión en el continente. Somos un grande, tristemente esa misma “democracia” obliga a su comité ejecutivo a actuar con cautela y elegancia, a veces demasiada, tratando de quedar bien con todos y eso, en momentos dolorosos como nuestra realidad deportiva, no se puede.

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Había que actuar con velocidad, contundencia, sobriedad, respeto y seriedad. En este caso no se hizo. Desde la decisión hasta la rueda de prensa todo ha sido una suma de desaciertos. Lástima, empañás en tres días la labor de tres años.

El proceso Cárdenas, para mí,  nació con dudas por su pasado reciente (Liga 2014). Recogió lo que dejó Yepes y, con esfuerzo (y algo de suerte) logró un playoff muy positivo. Llegamos a una final en la que, de manera inexplicable y poseídos por quién sabe qué o bajo qué hechizo, los jugadores y el DT optaron por bajar los brazos en el partido de vuelta para que la hinchada pusiera la cara en la calle, una vez más, en vergüenza. En ese momento había que replantear y no esperar a que, hoy, con 33 puntos en juego, necesitamos 23 para asegurarnos en otros playoff. Lo deportivo, la deuda grande, todavía.

Cárdenas debe irse, claro que sí, pero con él deben salir también aquellos “referentes” que después del papelón en El Campín, en donde jugaron 14 futbolistas pero vi solo tres profesionales, decidieron abogar por el DT prometiendo hacer lo que debieron hacer esa noche y muchas noches antes, incluso en la final perdida. Eso muchachos es una falta de respeto con nosotros los hinchas (así tengamos la culpa de todo, como les gusta decir).

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Adicional, hoy no es un buen día para escribir, lo admito, El novelón en el que nos tienen con esto del DT no tiene presentación. ¿Quién gobierna en el Cali: el comité ejecutivo o la voluntad de los jugadores y sus “buenos” sentimientos?

Hay tiempo, poco y corto, para corregir y se debe hacer. El rumbo no está claro, el plantel dividido y los oportunistas políticos al acecho para recoger aquello que no han sembrado. Es hora de dejar de deshojar margaritas, apretar el puño y dar un golpe, un golpe de autoridad, lástima que esta vez dejaron pasar la oportunidad y el golpe, a mi juicio, nos lo dieron fue a la hinchada.

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Confiemos en que los clásicos venideros nos den una alegría, hay que seguir alentando, pero, ojo, la margarita cada vez tiene menos pétalos.

Vamos Cali, de una buena vez, por el respeto.

Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá.

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