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Eliminación

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AFP

Al que no le duela una eliminación que se jubile como hincha. Duele y dolerá pero como buen legado antioqueño las caídas no deben durar más de 24 horas, hay que saber ponderar la gravedad de las cosas y, siempre, sin la más mínima duda, hay que volver a levantarse, quitarse el polvo que deja la derrota y tomar fuerza para ser lo que en Nacional es un sello: ser más grandes aún.

De la eliminación de la Copa Libertadores 2017 quedan muchas enseñanzas de muchos errores. Y acá los actores que forman la familia verdolaga son los responsables de algo que es común en el fútbol: que a uno lo eliminen de un torneo. Es una premisa muy sencilla pero la olvidamos y de ahí armamos a veces tragedias griegas con mares de lágrimas que no vienen al caso: en el fútbol se gana, se empata o se pierde. Punto, es así de sencillo. La rareza sería ganar siempre (no conozco el primer equipo en la Vía Láctea que lo logre), perder siempre (conozco varios), empatar como costumbre (los hay también). No hay que olvidar jamás, como ejercicio de franca humildad, que nunca hemos sido lo máximo de lo máximo, ni lo peor de lo peor. Nuestra historia ha estado forjada por momentos en los que nos ha ido también mal. Esta eliminación no es el caso, es dura, sí, pero no es el acabose.

Nuestra eliminación se empezó a forjar de la mano del éxito que obtuvo el equipo con la inolvidable campaña del 2016. Sostener la nómina era imposible y al partir las estrellas que ya todos conocemos lo que llegó no llenó el recipiente de calidad y jerarquía que se necesitaba. Es así de sencillo. Se fueron 3 Ferraris, 2 BMW, 1 Mercedes y 1 Audi y nos llegaron unos Hyundai, un par de Renault y otro que se quedó en Simca y vive varado.

Nacional en enero pierde a Borja, Guerra y Berrío. En los tres casos hubo novela en el si se iban o no, en el cómo se iban, a dónde, cuándo y, al paso de los días, cuando verdaderamente decidieron irse, el margen de acción para traer nombres de primer nivel ya era escaso o nulo. Ahí hay falla general en el plano directivo y el cuerpo técnico. Falta ser más sagaces, previsivos, contundentes y amplios a la hora del margen de las decisiones. Sé que lo son pero los hechos indican fallas. Hay que tener un Plan tipo A que vaya del plan B al Z.

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Otro factor fue la ausencia de Rueda. Una cosa es Nacional con el profe en la raya, presente con su conocimiento y con lo que irradia su figura, y otra sin él. Fue una coyuntura, fue el factor de su cirugía y mientras que eso pasó por la nómina pasearon Mosquera, Dájome y un Bernal venido a menos. Tengo muy claro que todo lo ordenaba Rueda pero una cosa es mandar vía celular o por Skype, a oler, sentir, vivir el día a día del equipo. Sin responsables, salvo el factor coyuntura, eso afectó.

Pero de este punto se desprende otro: el único responsable de la llegada de jugadores a Nacional, selección del equipo de titulares y convocados es Reinaldo Rueda como cabeza del cuerpo técnico. Si Mosquera jugó, si Bernal lo hizo o si lo hizo Armani o el nombre que sea, fue por decisión del profesor. Ese es su trabajo, su terreno, su rédito y su manejo. Si llegaron Vásquez y Franco fue por esas decisiones. Si Mosquera jugó ante Barcelona fue por esa directriz. En un club serio como Atlético Nacional los jugadores no se meten solos. Acá el responsable es Reinaldo Rueda. Y es clara la situación, no lo digo por acusarlo, juzgarlo o ponerlo en la palestra, no, es fútbol y el DT es la cabeza de esas responsabilidades.

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Y bien lo dijo él en la rueda de prensa tras el juego ante Botafogo: “No tuve fortuna con los jugadores que llegaron y sortear lo que pasó con los que se fueron”. Ahí está el meollo para entender el porqué de la eliminación. Primero tenemos un entrenador con unos cojones de oro y una personalidad y humildad de admirar: se la juega, asume y sigue adelante. Segundo, lo que pasó ha pasado en el fútbol desde los tiempos de Noé: los entrenadores escogen jugadores, confían en su ojo, van con ellos y ellos en la cancha se juegan esas decisiones. Se gana, se empata, se pierde, repito de nuevo esto. Y ahora en este proceso, tocó perder, como el 27 de julio de 2016 tocó ganar. Es el juego…

Mosquera es malo, malo de raíz, no da más su fútbol. No tiene convicción, talento y su tanque no da para más rendimiento. Dájome es joven, se podría trabajar pero vive peleando consigo mismo, en cada jugada quiere hacer la jugada con la que enamore a la hinchada, no tiene paciencia, le falta actitud, debe dejar de pelear con el mundo y dejar que fluyan las cosas, no le ayuda la mala cara. Bernal, yo he visto a un tipo que en todos estos años ha sido profesional, serio y honesto. Ha tenido buenos juegos, otros no tanto, este año particularmente ha estado en sus peores niveles con goles (Barcelona) puntuales en los que tuvo responsabilidad. Debe buscar un nuevo aire. Arley Rodríguez es joven pero tiene algo que es digno de Nacional: una entrega incondicional y unas ganas enormes. Cada que entra se nota que lo quiere dar todo, incluso se sobre revoluciona. Eso lo valoro y eso permite potenciarlo. A diferencia de Dájome, en Rodríguez es más fácil todo por la buena actitud.

Y me refiero a estos casos que han sido los focos de atención. Más allá del odio visceral que incluye insultos, deseos de muerte y lesiones por parte de un grupo de pelagatos con ganas de protagonismo que hay en twitter, como hinchada debemos entender que la cosa no pasa de la cancha. Estos jugadores no rindieron o lo hicieron a medias y fue un error del club tenerlos. Tipos como estos han pasados cientos por Nacional, por eso los ídolos son escasos, los grandes igual, porque el talento es el que vale tanto. Troncos hay muchos, lo que hay que hacer es tratar de evitarlos pero es parte del juego. Y en esto, repito, es el cuerpo técnico quién aprobó su llegada y decide su inclusión en la nómina, y no les salió, como les ha salido perfecto con otros: caso Borja.

Muchas lecciones quedan que van más allá de este post. Mejores procesos de contratación, mejor manejo de crisis con medios y opinión pública, más humildad, más fortaleza mental, suerte (afectaron las lesiones de Aguilar, Macnelly, la sanción a Mateus), muchas cosas. Como hinchada estuvimos siempre y estaremos pero nos estamos malacostumbrando. Nos falta criterio, madurez, paciencia, no volver sistemático el maluco vicio de la queja por la queja, exigir con altura, no dejar jamás la pasión, no caer en matoneos sistemáticos contra jugadores, oír, leer, tertuliar, no morder el anzuelo de chismes de crisis tan fácil y tener mucha humildad. No siempre se gana, hay que tolerar.

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Pero esto es Nacional y la tristeza no debe superar las 24 horas. Ahora vamos con todo por la Liga Águila. Todo empieza de cero. Volveremos, tenemos todas las cualidades para hacerlo, espero que los rivales que hoy se burlan de nosotros (en todo su derecho) se tengan fino, vamos con todo.

¡Soy del Verde, Soy Feliz!

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