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El día que nació el clásico

 

              Millonarios y Nacional estaban predestinados en 1989. Era como si los designios futbolísticos quisiesen verlos frente a frente a nivel continental. El club ‘embajador', que meses atrás había conseguido su estrella 13 en un octogonal final por encima de los paisas -subcampeones-, volvía a enfrentar a los verdolagas en la fase de grupos de la Copa Libertadores.

 

Se enfrentaron dos veces en esa zona 3, que también compartían los ecuatorianos Deportivo Quito y Emelec. El saldo de enfrentamientos (empate a un gol en Bogotá y 0-2 en Medellín para los azules) dejó a Millonarios primero con 10 puntos, tres por encima de Nacional. Pero ahí no acabó la historia. Tras superar, respectivamente, a Bolívar y Racing Club en octavos, la suerte, el destino, los unió de nuevo en cuartos de final. Dos regiones, dos escuelas, dos estilos, dos maneras de ver y entender el fútbol decidirían un único representante de Colombia en la semifinal.

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El país, desde luego, se sintonizó. La prensa hizo lo suyo apoyando o despotricando según su terruño. Los jugadores prendían la polémica con promesa de batalla. Y esa primera confrontación, el 19 de abril en el estadio Atanasio Girardot, favoreció 1-0 a los dirigidos por Francisco Maturana con un gol solitario de Albeiro Usuriaga, hoy jugando en el terreno celestial.

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Con la serie abierta y la obligación de Millonarios de ganar como local, el partido de vuelta en los cuartos de final tomó otros tintes, dantescos si se quiere. Estaba claro: el futuro campeón de la Copa Libertadores jugaría la noche del 26 de abril de 1989 en El Campín.

 

90 minutos que cambiaron la historia

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En palabras de técnicos, chocaría el 4-2-3-1 vertical del Millonarios de Luis Augusto García contra el 4-4-2 del ‘toque-toque' de ese Nacional que Maturana y Hernán Darío Gómez habían llevado desde 1987 a la selección Colombia. Y así, con ese marco y el pitazo del árbitro chileno Hernán Silva, comenzó un encuentro en El Campín donde vibraban 40 mil personas.

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Sin embargo, las primeras acciones no fueron precisamente brillantes. El local azul, contagiado por la tribuna, se preocupaba más de los rivales que de sus propios intereses, en pegar y hablar por encima de jugar.

 

El libreto lo destrozó Carlos Enrique Estrada, a los 24 minutos. La inolvidable ‘Gambeta' recibió en el borde del área un balón lanzado desde la izquierda por Hugo Galeano, con un solo movimiento paró de pecho y eludió a Andrés Escobar para luego vencer con un remate potente a René Higuita. Fiesta de banderas en El Campín ante un 1-0 que empataba la serie.

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Nacional, que había salido al campo con intenciones de conservar la ventaja de la ida, se iba rápidamente abajo en el marcador. Pero fue solo hasta el segundo tiempo que decidió buscar algo más el elenco verdolaga. Jaime Arango remplazó al desaparecido Usuriaga y de inmediato le imprimió manejo al ataque.

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Apareció, al mismo tiempo, la figura del arquero argentino Sergio Goycochea en Millonarios. El mismo que un año más tarde sería estrella de un Mundial evitó el empate en repetidas ocasiones. Seña clara de que aquel Millonarios era una máquina en ataque y una coladera en defensa. El azul, incluso, pudo irse adelante de no ser por la mala puntería de Nilton Bernal.

 

Yo me llamo Hernán Silva

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La dinámica había cambiado. El partido estaba para cualquiera. Las tribunas y Colombia vivían un partidazo hasta que, de repente, casi como un enviado infernal, el silbato Hernán Silva figuró en El Campín. Era el minuto 67': Arnoldo Iguarán robó un balón por izquierda y cuando se alistaba a driblar para anotar una locomotora de apellido Higuita lo derribó dentro del área.

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Penalti claro, clarísimo, que vieron todos menos el chileno Silva. Versiones de la época y jugadores consultados por Golcaracol.com señalan que al árbitro se le cayó el pito de la boca y no quiso sancionar la pena máxima por pudor. Otros atribuyen el error a eventos extradeportivos... Todo hace parte ahora de la historia.

 

Lo cierto es que esa jugada cambió la confrontación. El partido se le salió de las manos a Silva y minutos después Nacional aprovechó el desespero de Millonarios para empatar. Al minuto 80, el entonces juvenil John Jairo Tréllez superó por fin a Goycochea y decretó el 1-1.

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La ‘Turbina' fue a celebrar a la tribuna Occidental Sur y de allí le cayó una pila que le rompió la frente. Bañado en sangre, acudió a su ayuda el cuerpo técnico verdolaga. Hernán Darío Gómez y Diego Barragán ingresaron a la cancha para reclamar. Se fue expulsado todo el banco de Nacional luego de nueve minutos de protestas.

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Tréllez cobró venganza con una falta sobre Galeano que le valió una expulsión. No hubo más goles pero sí más bochorno tras los 10 minutos de reposición. Con el pitazo final, Hernán Silva trató de huir y fue alcanzado por los jugadores de Millonarios. Mario Vanemerak, Carlos Estrada y Cerveleón Cuesta trataron de agredirlo. La frustración era azul.

 

A Atlético Nacional no le importaron las polémicas. Consiguió el resultado que necesitaba en franca lid y avanzó a las semifinales de un torneo que un mes y cinco días después levantaría por primera vez para Colombia.

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Aquel 26 de abril de 1989 nació el clásico más importante del fútbol colombiano.

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Ficha técnica:

Millonarios: Sergio Goycochea; Alberto Gamero, Cerveleón Cuesta, Wilman Conde, Hugo Galeano; Mario Vanemerak, Eduardo Pimentel; Carlos Estrada, Rubén Darío Hernández, Arnoldo Iguarán; y Óscar Juárez. Técnico: Luis Augusto García.

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Cambios: Nilton Bernal por Óscar Juárez y Federico Valencia por Wilman Conde.

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Nacional: René Higuita; Gildardo Gómez, Andrés Escobar, Luis Carlos Perea, León Fernando Villa; Alexis García, Leonel Álvarez, Luis Fernando Suárez, Luis Fajardo; Albeiro Usuriaga y John Jairo Tréllez. Técnico: Francisco Maturana.

 

Cambios: Jaime Arango por Albeiro Usuriaga y Níver Arboleda por Alexis García.

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Goles: Carlos Estrada (24') y John Jairo Tréllez (80')

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Estadio: Nemesio Camacho ‘El Campín', ante 40.000 personas, aproximadamente.

 

Árbitro: el chileno Hernán Silva.

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Por: Ronny Suárez - En Twitter: @ronnysuarezgol

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