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Wilmar Roldán saca pecho por su desempeño: “El 2020 fue uno de los mejores años de mi carrera”

El árbitro antioqueño es considerado uno de los más destacados del continente. Cerró el año pitando los cuartos de Libertadores y la final del fútbol colombiano.

Wilmar Roldán, Boca vs Racing
Wilmar Roldán pitó el partido entre Boca y Racing por la Libertadores
AFP

Wilmar Roldán, con 40 años,sabe que su carrera en el arbitraje está en su recta final. Si bien no le pone una fecha al retiro, ya llegó a ese momento en el que disfruta cada partido como si fuera el último.

Así, con esa mentalidad, el juez antioqueño le confiesa a GolCaracol.com a la hora de analizar el reciente 2020, que “fue uno de los mejores años de mi carrera”; más allá de reconocer y aceptar las dificultades que gran parte del mundo tuvo que afrontar –y sigue haciéndolo- dada la situación de la pandemia del coronavirus.

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Sin embargo, con el regreso del fútbol en Sudamérica, Wilmar Roldán fue uno de los árbitros que estuvo impartiendo justicia en los partidos más importantes de laCopa Libertadores y la Liga de nuestro país. De hecho, viene de cerrar el año pasado arbitrando los cuartos de final entre Boca y Racing; y la final entre Santa Fe y América.

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Además, con el VAR en entredicho más que nunca, el árbitro antioqueño recibió en su mayoría comentarios positivos y estuvo lejos de las grandes polémicas arbitrales que se armaron en el 2020.

¿Por qué fue uno de sus mejores años?
“Para nadie es un secreto que el deporte fue uno de los sectores más golpeados, en ese 2020 atípico. Hubo mucha incertidumbre con todos los eventos cancelados. A nivel local todavía no se han podido reanudar las actividades, por eso tengo mi escuela de arbitraje parada desde marzo. Fue algo nuevo para nosotros. Como pudimos ver nadie estaba preparado para afrontar esto. Sin embargo, gracias a Dios cuando todo volvió, yo terminé muy bien y pude demostrar todo mi profesionalismo en medio de esta mala situación”.

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¿Y cómo explica esto?
“Yo todos los días me levantaba a entrenar con ese sueño. Los primeros meses de confinamiento fueron complicados, pero ya el ser humano se va adaptando, entonces no paré de entrenar. Estoy en la recta final de mi carrera y no quería que la pandemia me arrebatara un año. Viví cada partido con mucha ilusión. No me importó estar 15 días lejos de mi familia o hacer horas de viaje en carro. Todo eso lo disfruté y se notó en el terreno de juego, por eso el 2020 fue uno de mis mejores años a nivel profesional”.

¿Cómo es eso que le tocó viajar por carretera?
“Al principio, que nos asignaron partidos en países fronterizos y no había vuelos nacionales, nos tocaba movernos en carro con permisos especiales. Después, para un partido en Ecuador, logramos coordinar un vuelo hasta Pasto y de ahí, en bus, llegamos hasta Quito”.

¿Le gusta el VAR?
“Bien utilizado es una herramienta excelente. Todo es un proceso de aprender y la gente tergiversa muchas cosas. El reglamento del fútbol lleva 100 años y nadie se lo sabe, ahora menos se van a saber el del VAR que lleva cinco. Yo hago caso omiso a las críticas porque muchas veces son sin fundamentos y hacen que la gente interprete con juicios de valor. Yo no creo el peor árbitro con una crítica, ni el mejor con un elogio. Siempre voy con la mentalidad de aportar y uno con el VAR se tiene que ceñir al protocolo que es muy claro: darle justicia al fútbol”.

Sin embargo, cuando se utiliza mal termina pasando todo lo contrario y los errores quedan más expuestos que nunca…
“El VAR llegó para quedarse. Para mí, ha estado bien utilizado. Me parece que hay que sumárselo a más partidos. Ojalá acá no lo tengamos solo en algunos compromisos porque le fue bien. El VAR ganó el año en Colombia, sobrado”.

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¿Cómo califica entonces el arbitraje sudamericano en general?
“Si uno ve las ligas del mundo, en todo lado se comenten errores. Si lo llevamos a nuestro contexto, el arbitraje siempre va a ser muy subjetivos porque hay pasión. Uno nunca va a querer que al equipo que ama le piten en contra. Pero tenemos árbitros jóvenes, hay un cambio generacional y están adquiriendo experiencia. Esto es como un futbolista, tienen que ir sumando partidos para cometer la menor cantidad de errores posibles y convertirse en un crack. No es lo mismo el Wilmar Roldán hace diez años que el de hoy”.

¿Extraña al público en los estadios?
“Totalmente. A mí me gusta un estadio lleno de gente. Me hizo mucha falta en estas finales. Ver ese folclore que todos sabemos y ver la pasión que su equipo despierta en la gente. Eso hace diferente a nuestro deporte. Me pasó en El Campín llegando a la final entre Santa Fe y América. Después de haber pitado tantas finales, me imaginé cómo hubiera sido ese ambiente tan bonito. Pero ya uno dentro del campo se concentra en su trabajo, con público o sin o público- Y creo que ese partido salió casi que perfecto”.

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¿Cuál fue el partido más difícil que pitó en el 2020 y cómo se preparó para dirigirlos?
“Todos los de Libertadores. Me tocó un Gremio-Guaraní, Santos-Gremio y Boca-Racing, cuando se estaban definiendo clasificación. Y la preparación lo es todo. Física y mentalmente. Pero afortunadamente me agarraron en un momento muy bueno de mi carrera. Nunca me duermo en los laureles, todos los días me levantó con la misma ilusión de ese chico que vivía en Remedios (Antioquia) a rebuscarse la vida. No me creo que soy el Wilmar Roldán que ha pitado en Mundiales y que tiene un montón de finales, porque cada partido debo demostrarlo. Aunque ya son 20 años de carrera y la experiencia no se improvisa”.

¿Cuándo le gustaría retirarse?
“Hasta que los dirigentes me quieran tener ahí y siga dando garantías. Me gustaría terminar bien mi carrera. El tema de la pandemia me sirvió como un polo a tierra. Disfrutar más el momento. Cada partido lo vivó como si fuera el último y la gente que me conoce me felicita porque se da cuenta de eso”.

¿Qué decirles a quiénes quieren seguir sus pasos?
“El llamado es que todo el mundo se prepare. En mi corporación les digo a mis árbitros que estos tienen que tomarlo como un medio y no como un fin. Sin pandemia o con pandemia, muy pocos viven de esto porque aquí no tenemos un contrato, nos pagan por partidos. Entonces hasta que no se profesionalice, esa es nuestra realidad. Yo sé lo difícil que es porque me tocó aguantar hambre y en este tiempo me metí la mano en el bolsillo a ayudar a árbitros que no tenían para un mercado”.

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