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Brasil tiene una deuda con sus aficionados: recuperar el ‘jogo bonito’

El encuentro por la final de la Copa Confederaciones frente a España será la ocasión que muchos aficionados están esperando para ver el tan famoso estilo del pentacampeón del mundo.

Pelé, Garrincha, Zico, Sócrates. Nombres propios que forjaron un estilo de juego de lujos, gambetas que parece se está extinguiendo por las nuevas maneras más prácticas de jugar al fútbol.

Hace tiempo que Brasil se olvidó del ‘jogo bonito'. Magos como Ronaldinho, que extingue sus últimos trucos con el Atlético Mineiro, son una especie en peligro de extinción, víctimas de una evolución hacia un fútbol más vertical, vertiginoso, de técnicos obligados a conseguir resultados inmediatos a cualquier costa. Gratificación instantánea para un público con déficit de atención.

La final de la Copa Confederaciones entre España y Brasil abre un portal al pasado, presente y futuro. El país que inventó el ‘jogo bonito' contra su gran heredero. La esperanza brasileña, Neymar, frente a Xavi Hernández y Andrés Iniesta, dos genios que conquistaron todo con una selección que ocupa un puesto de honor en el panteón del fútbol, para algunos la mejor de la historia.

España, que tomó la cadencia del mejor fútbol brasileño y la potenció con las virtudes de monopolizar la posesión y repartir pases con precisión, buscará el domingo el único título que se le escapó desde que ganó la primera de sus dos Eurocopas consecutivas en 2008, una etapa que incluye la Copa del Mundo de 2010 y una racha de 29 partidos oficiales sin perder que data a la primera ronda de ese torneo en Sudáfrica.

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Brasil tiene otras necesidades, que van más allá de ganar la Confederaciones por tercera vez consecutiva. Se trata de darle alas a Neymar y a una selección que el próximo año será anfitriona del primer Mundial en Brasil desde 1950. Y el que no sepa cómo terminó aquel campeonato, sólo tiene que buscar en internet la palabra "Maracanazo".

La ‘verdeamarela' y la ‘roja' no se enfrentaban desde un amistoso en 1999, y será su primer encuentro oficial desde que Brasil le ganó 1-0 a España con un gol de Sócrates en el Mundial de 1986 en México.

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"Es el partido que todos querían", señaló Neymar, que a sus 21 años carga con la responsabilidad del "10" que alguna vez usaron Ronaldinho y Pelé, y que a partir de la próxima temporada será compañero de Xavi e Iniesta en el Barcelona. "Todo el mundo la quería, y todos estarán viendo".

Este era el enfrentamiento soñado por fanáticos, jugadores y organizadores desde que se hizo el sorteo de la Confederaciones, y ambos protagonistas lo saboreaban desde la primera etapa.

Brasil ganó todos sus partidos hasta ahora, algunos de forma dominante --como su triunfo 4-2 sobre Italia en el cierre de la primera ronda-- y otros con bastantes problemas, como su victoria 2-1 contra Uruguay en las semifinales. España paseó en la fase de grupos pero se las vio difícil ante Italia en semifinales, cuando jugó 120 minutos sin goles y finalmente se impuso en una definición por penales.

Para semejante espectáculo, un escenario de lujo como el estadio Maracaná, remodelado por completo para este torneo y la Copa del Mundo de 2014.

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"Es bueno que nuestros jugadores sientan la ilusión de un niño, a pesar de todo lo que han ganado, de jugar contra Brasil en el Maracaná", indicó el técnico de España, Vicente del Bosque.

La ‘roja' llega a la final con un día menos de descanso, tras jugar su semifinal el domingo en Fortaleza, un día después que el partido entre Brasil y Uruguay en Belo Horizonte. Súmele la prórroga adicional que disputó, y la balanza debería inclinarse a favor de los anfitriones.

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"Ellos son los campeones mundiales, hay que reconocerlos", señaló el capitán de Brasil, Thiago Silva. "Pero cualquier cosa puede pasar en una final, y estoy seguro que Brasil estará listo para el partido".

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