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Tras los disturbios, gobierno francés prohibió una nueva celebración del PSG

Manuel Valls, ministro del interior francés, anunció que prohíbe el acto de celebración de la Liga en el Ayuntamiento y cualquier otra manifestación del equipo de la capital.

"No es posible ninguna manifestación pública" en la calle del PSG, declaró Valls en una entrevista a la emisora "Europe 1", para quien algunos responsables de la oposición de derechas han pedido la dimisión por su responsabilidad en los destrozos de los ultras del equipo de la capital francesa.

El ministro, que se defendió de una falta de previsión, explicó que la policía sabía que había entre 150 a 200 personas susceptibles de generar violencia, pero que no se impidió la concentración de los aficionados del club en la Plaza del Trocadero porque "eso significaría que en París no se puede organizar ninguna celebración de este tipo".

Señaló que los incidentes causaron heridas a 32 personas, dos de las cuales tuvieron que ser hospitalizadas, y que hubo 39 detenciones.

"Tiene que haber sanciones", subrayó Valls, que encargó "un informe preciso" a los responsables de la policía y va a reunirse con los dirigentes del PSG porque quiere "que cada cual asuma sus responsabilidades" y porque hay que preparar las próximas citas del equipo, empezando por su partido del próximo fin de semana frente a Brest.

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Constató que "el fútbol está todavía enfermo. Ocurre con el PSG como con numerosos clubes" e hizo hincapié en que "estas violencias son intolerables. Dan una imagen de París, de Francia, del fútbol cuya dimensión tenemos que evaluar".

Los calificados como "ultras" por el ministro, se enfrentaron con los agentes antidisturbios, vieron un autobús al pie de la Torre Eiffel y vandalizaron coches y escaparates en un amplio perímetro en torno al Trocadero.

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La presidenta del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, cargó contra el titular de Interior en un comunicado, en el que le responsabilizó de no haberlo evitado.

"Esta incursión cometida con total impunidad era previsible. Es la consecuencia de la negligencia del ministro del Interior, Manuel Valls, que tendría que haber prohibido esta concentración teniendo en cuenta los desbordamientos que ya se habían producido la víspera".

Dos sindicatos de policías señalaron que se había subestimado el riesgo de altercados y la peligrosidad de sus autores, que ya se habían hecho notar el domingo en los Campos Elíseos.

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