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Todavía estás a tiempo, Diego

Antes de empezar a desarrollar este texto, tengo que aclarar que tengo tan solo 23 años. Eso significa que desde que tengo conciencia nunca vi a Diego Armando Maradona patear un balón en un partido oficial. Este puede ser el motivo por el que mi imagen del ex futbolista argentino sea muchísimo más mala que buena.

Me impresiona muchísimo saber que ese niño que hace más de 40 años decía que sus sueños eran jugar un Mundial y salir campeón sea el mismo que, por culpa de la droga, las malas influencias y las pésimas decisiones, hace unos días agredió a un chico menor que el que dio esas declaraciones tiempo atrás. Maradona, como persona, es la perversidad encarnada. Un tipo que deja hijos regados por el planeta sin reconocerlos, que agrede a hombres y a mujeres cada vez que quiere, que se jacta de ser comunista cuando infla sus bolsillos ganando miles -¿millones?- de dólares en Oriente Medio y exhibe publicidad de empresas capitalistas en su indumentaria y que le debe plata al fisco de un país no debería seguir siendo ovacionando cada vez que aterrice en un aeropuerto o dé una rueda de prensa. Los aplausos déjenlos para cuando se ponga los guayos, así ya también haga el ridículo dentro de la cancha. ¿Qué es o fue drogadicto también? Sí, pero eso, sinceramente, no considero que lo haga mejor o peor persona, siempre y cuando no influya en sus actitudes de manera negativa. Ahora, sus otrora condiciones para dominar, controlar y pegarle a la pelota de cualquier deporte, están fuera de discusión. ¿Que si es el mejor de la historia? Posiblemente. A pesar de todo esto, considero que el Pelusa tiene todo para convertirse en un buen ejemplo. En un par de ocasiones ha estado al borde de la muerte y, él, lejos de tomar esos incidentes como oportunidades para renacer, ha decidido continuar con su vida fundamentada en el descontrol. Sin embargo, insisto, Maradona puede cambiar. El partido por la paz al que acudió en Bogotá pudo haber sido un buen inicio, pero Diego decidió hacer otro papelón: convirtió un evento por una buena causa en un acto de violencia. Con el respaldo de tantos seguidores que aún tiene, el ídolo del fútbol mundial puede dedicarse a realizar obras que le ayuden a enderezar su imagen. El crack argentino está a tiempo de dedicar lo que le queda de vida a enmendar tantas embarradas por fuera de la cancha. Reconocer a sus hijos, pedir perdón sincero a la gente que ha agredido, pagar la plata que debe y organizar partidos beneficiarios alrededor del mundo puede ser una manera de modificar su imagen para bien. Lo único que necesita Maradona para lograr esto es fuerza de voluntad, la misma que le hizo falta años atrás para no probar ‘la dama blanca’ que le complicó la carrera y que ha estado muy cerca de arrebatarle la vida. Follow @pabloriosg

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