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La estupidez no tiene límites

“Lo hice sin darme cuenta. Jamás quise hacer eso. No pensé que iba a llegar a esto”. Esas son las declaraciones de Adrián ‘Panadero’ Napolitano, el ‘hincha’ de Boca que roció el líquido sobre los jugadores de River que llevó a la suspensión del partido y a la eliminación del equipo xeneize de la actual Copa Libertadores.

Hay que ser algo estúpido para hacer semejante barbaridad. Y muy estúpido para salir a decir algo así después. ¿No se dio cuenta? ¿No lo quiso hacer? ¿No pensó que fuera a llegar a tanto? A ver. Un partido entre Boca y River es, seguramente, el más visto a nivel continental, más aún si se enfrentan en el torneo más importante de América. Cualquier incidente que suceda, ajeno al fútbol, va a tener una trascendencia mediática importante. Lo que pase después, también va a ser seguido con detenimiento. El Superclásico del 14 de mayo no fue la excepción. La estupidez de ese tal ‘Panadero’ se trasladó a la de los jugadores de Boca que, en lugar de ser solidarios con sus rivales, hicieron todo lo posible para que el partido se continuara. Cuando finalmente se decidió que no se jugaba más, no vacilaron en agradecer a sus hinchas, esos mismos que cantaron por más de una hora “River, sos cagón”, mientras las imágenes mostraban a un Ponzio y a un Kranevitter que parecían cataratas por las lágrimas que soltaban y que además tenían la cara absolutamente hinchada. Luego, los dirigentes de la Conmebol, que tampoco quisieron quedarse por fuera de este baile de la estupidez, impusieron una levísima sanción a Boca: la descalificación de esta Libertadores -¡obvio!-, cuatro partidos sin público en su casa a nivel continental, cuatro compromisos sin presencia de su hinchada cuando jueguen afuera y una multa económica –en todo el sentido de la palabra- de 200 mil dólares. Días después, surgió el rumor de que la FIFA estaba analizando la posibilidad de quitarle un cupo a Sudamérica para el próximo Mundial por culpa de esta sanción. La Conmebol salió a desmentir esto, pero desde el máximo ente todavía no se han pronunciado al respecto. Sin embargo, y que nadie se sorprenda, la estupidez no paró ahí. El ‘Vasco’ Arruabarrena, entrenador de Boca, conocido hasta la semana pasado por su calma y sensatez, siguió echando leña al fuego. Se quejó de River por “aprovecharse de la situación”, aseguró el partido se tendría que reanudar cuando todos los jugadores estuvieran bien y criticó a Gallardo, quien hizo el curso de director técnico con él, ¡por su planteamiento defensivo! Una locura. Y como si fuera poco, defendió a sus hombres por aplaudir a la hinchada. A las palabras de Arruabarrena se adhirió Daniel Angelici, presidente de Boca. Claro que de él se puede esperar cualquier cosa. Sobre todo si se trata de una estupidez. Como la estupidez que se vivió este domingo en La Bombonera en el partido frente a Aldosivi. El estadio estaba vacío y adivinen qué: ¡había seguridad en el túnel por donde iba a salir el equipo visitante!Todo esto parece un chiste, pero es tan real que dan ganas de llorar. En el fútbol argentino no cesan las tragedias desde hace unas semanas. Emanuel Ortega y Cristian Gómez fallecieron en plenos partidos. Tristemente, el luto está de moda en la AFA. Pero por más que siguen manchándolo y enlodándolo, al balompié que dio vida a fenómenos como Messi o Maradona no le va a suceder lo mismo que a Gómez o a Ortega. No va a morir. Los actos de estupidez manifiesta, como el saludo de los jugadores de Boca, liderados por Agustín Orion, a unas tribunas vacías, no van a dejar de ser una constante. Pero ni el fútbol argentino, ni la estupidez van a morir. En Colombia es clave que sigamos pendientes de todo lo que suceda allí. Sobre todo para aprender de todo lo malo que ellos hacen y nunca, pero nunca, copiarlo ni repetirlo. Follow @pabloriosg

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