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Cuando nos pusieron fútbol para no ver el Palacio de Justicia

El 1 de noviembre de 1985 se selló la eliminación de Colombia del Mundial del que debía haber sido anfitriona a manos de Paraguay. La selección de Ochoa tenía que ganar por 3-0 y sólo le alcanzó para el 2-1. Fue el inicio de los peores quince días de la historia reciente del país, que incluyen la Tragedia de Armero y el Holocausto del Palacio de Justicia, y que tuvieron uno de los mayores ejemplos del uso y abuso del fútbol por parte del poder en Colombia. Esta es la historia. Después de la eliminación del Mundial, el miércoles 6 se volvía a la normalidad del campeonato local que iniciaba ese día sus finales con América, Millos, Nacional, Junior, Medellín, Cali, Unión y Bucaramanga. En la mañana todo transcurría normalmente en el Palacio de Justicia, ubicado en la Plaza de Bolívar de Bogotá, pero de pronto, a las 11:40 de la mañana, unos disparos en el edificio presagiaron que algo malo estaba pasando. El M-19 tenía la necesidad de recuperar espacio político ante el acorralamiento del ejército y el fracaso del proceso de paz. El plan, bastante utópico, era tomarse militarmente el Palacio de Justicia, sede de la Corte Suprema y del Consejo de Estado, y realizarle un juicio popular al fracasado proceso de paz y al presidente Belisario Betancur, teniendo como testigos a los magistrados y consejeros de Estado. El movimiento guerrillero, bastante dado a las acciones espectaculares y publicitarias, veía en este acto la posibilidad de lograr la revolución y ganarse el total afecto de la opinión pública. Pero las cosas no salieron como lo esperaban. El ejército y la policía rodearon el edificio y en pocos minutos empezaron los intercambios de disparos con los nichos de ametralladoras que los guerrilleros habían ubicado en las entradas. Muchos magistrados y consejeros de estado, así como simples empleados y particulares, quedaron como rehenes del grupo guerrillero. El gobierno decidió no ceder ante las peticiones del M-19, y el ejército asumió que debía restablecer el orden a como diera lugar a pesar de las múltiples llamadas telefónicas del presidente de la Corte, Alfonso Reyes Echandía, que desde su posición como rehén suplicaba al presidente para que los militares cesaran en su intento de recuperar el Palacio. Ante la gravedad de la situación, que incluía la presencia de tanques y varias muertes por balas perdidas en las zonas aledañas al Palacio, el gobierno, en nombre de la Ministra de Comunicaciones, Noemí Sanín, le pidió a noticieros y emisoras que se abstuvieran de transmitir informaciones en directo, comunicados o entrevistas, para facilitar los operativos del ejército. Los medios desatendieron esta petición y, al llegar la tarde, toda Colombia dejó de interesarse en el Reinado Nacional de Belleza y en los puntos a favor y en contra de María Mónica Urbina y Ana Bolena Meza, para enterarse de que un tanque Cascabel volaba la frase de Francisco de Paula Santander que se encontraba sobre la puerta del Palacio: “Colombianos: las armas os han dado independencia, las leyes os darán libertad”. Y ahí llegó el fútbol como herramienta tristemente utilizada... A las 8:30 de la noche empezaba el octogonal final del fútbol colombiano. Casi a esa hora empezaron los disparos de rockets que buscaban minar el poder de las ametralladoras guerrilleras y viendo que los medios no apoyaban al gobierno en su labor de mantener la calma, la Ministra de Comunicaciones hizo lo suyo. De pronto, cuando debía empezar el concurso Guerra de estrellas con Saúl García y al que seguía el Noticiero TV Hoy, que todos querían ver para saber lo que comentaba el entonces joven periodista Andrés Pastrana sobre los hechos y qué imágenes se tenían, ni Saúl ni Andrés salieron al aire. Por el contrario, y cuando no estaba programado, Inravisión empezó a transmitir el partido entre Millonarios y Unión Magdalena que se desarrollaba en El Campín. Hace unos años, tras conocerse el informe de la Comisión de la Verdad sobre los hechos de ese 6 de noviembre en los que se señalaba la censura ejercida por Sanín, ella argumentó: “Es muy fácil ser general después de la guerra. Yo no censuré, simplemente cumplí con mi deber, mi responsabilidad era impedir que se tomaran el centro de Bogotá como el 9 de abril de 1948 y mi responsabilidad fue cumplir con la ley. Pedí responsabilidad a los periodistas y ellos reconocieron en muchos tonos que muchos transmitieron la toma como un partido de fútbol”. Y partido fue lo que tuvimos. A las 9 de la noche, cuando el incendio producido por el enfrentamiento consumía todo el frente del Palacio de Justicia, todo Colombia se enteró de que Iguarán metía gol para Millonarios, pues el partido también fue transmitido por la radio. El resultado de esa terrible noche fue de 98 muertos, entre ellos 11 magistrados, cientos de torturados, once desaparecidos, la imagen del presidente deteriorada y del M-19 destruida, todos los expedientes de Los Extraditables quemados en el incendio, y Millonarios 2 - Unión Magdalena 0. Hace 30 años ocurrió esa tragedia y el fútbol sigue siendo utilizado de cuando en vez para distraer al pueblo colombiano cuando cosas trascendentales ocurren; desde la Copa América de Pastrana que hizo que se le bajara el volumen al fracaso de los Diálogos de Paz del 2001, al discurso por el Mundial Colombia 2014 de Uribe mientras el Congreso aprobaba fraudulentamente su reeleción... ¡Bienvenidos a Colombia, el país en donde el fútbol todo lo puede! En Twitter: @PinoCalad

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