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Angellot Caro, el ‘James’ del fútbol sala en Colombia

Es bogotano, tiene 30 años, es el ‘10’ y capitán del seleccionado colombiano de futsal FIFA y desde hace más de una década juega internacionalmente. Arrancó en el microfútbol, en la cancha del barrio y ahora es nuestro gran referente internacional.

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Angellot Caro no solamente goza del reconocimiento en el fútbol sala de nuestro país. También tiene fama a nivel internacional. Su calidad es valorada más allá de las fronteras nacionales y prueba de ello es que ha jugado en países como:  República Checa, Kuwait, Emiratos Arabes, España, Italia, Libia, Marruecos, Francia, Tailandia, Venezuela, Irak y Chipre.

El bogotano consigue su sustento y el de su familia dándole patadas a un balón, haciendo goles, tirando lujos y agradando gracias a su estilo de juego a cada cancha que va.

Los niños y jovencitos que sueñan con llegar lejos en el mundo del fútbol sala

Caro inició su carrera jugando en los parques de su barrio, fue coronando sueños y hoy es el ‘James’ del fútbol sala nacional, al que todos admiran y quieren emular.

¿Cómo empezó usted a jugar microfútbol?

“Mi carrera la empecé en el barrio Abraham Lincoln, en el sur de Bogotá. Mis amigos de la infancia eran mayores de edad, jugaban en categoría única y a mí con 11 años, ellos me inscribían en la planilla del equipo. Sin embargo, era muy difícil jugar porque los árbitros decían que estaba muy pequeño. A veces me dejaban, entraba y hacía mis jugadas y fue así que empecé a jugar. Después, era más fácil jugar en mi categoría”.

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¿Por qué microfútbol y no fútbol?

“Porque desde que era un niño me gustaba todo del micro. Yo en vez de quedarme en la casa viendo muñequitos en la televisión, me iba a las canchas de diferentes barrios a ver partidos. Incluso, cogía un bus, pedía que me llevaran por 200 pesos e iba a ver a los amigos jugar torneos”.

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¿Hoy que juega fútbol sala FIFA a nivel profesional, de qué le sirvió haber arrancado en las canchas de micro?

“Uno aprendió a jugar allí, en la cancha del barrio y pues eso me sirvió para ser un hombre para jugar y para asumir los retos con más serenidad. Por ejemplo, cuando tengo un partido muy difícil me acuerdo de mi infancia en los barrios y salgo a la cancha a ser feliz, no importa el oponente que tenga. Digo ser feliz, porque uno en la infancia se gozaba mucho esos partidos”.


¿Cómo pasa al fútbol sala FIFA?

“Hago la transición cuando voy al equipo Saeta a entrenar y juego la Copa semi-profesional de fútbol sala. Estando ahí me llaman, con 16 años, a la Selección Colombia Sub-20. Ahí mi mentalidad cambió porque empecé a ver que se podía ir a jugar al exterior y poder vivir del fútbol sala”.

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¿Para qué le ha servido ser un gran jugador?

“Todo lo que tengo se lo debo a este lindo deporte. Yo vivo de esto. Además, he tenido la posibilidad de conocer muchos países, soy afortunado todos los días al entrenar y jugar; le doy gracias a Dios por ayudarme a elegir este deporte”.

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¿A los niños que empiezan en las canchas de micro, usted qué consejo les puede dar?

“Les puedo dar un consejo de corazón: sean buenos hijos. Y además que sean siempre disciplinados, que amen lo que hacen”.

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