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Crónica del accidente aéreo de Chapecoense, desde el relato de un rescatista

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El capitán de bomberos William Cárdenas recordó los momentos que vivió la noche de la tragedia, ocurrida hace un año en el cerro Gordo, territorio antioqueño.

En 1983, el capitán Cárdenas estuvo presente tras el accidente de un avión carguero que cayó en una de las avenidas de Medellín; 10 años después, al frente del siniestro de la aerolínea SAM en inmediaciones de Urrao, que dejó 132 muertos.

“Los pasajeros quedaron despedazados. Fue un trabajo arduo y por muchos días, fueron tres semanas de búsqueda y rescate”, una historia que tiene muy presente a sus casi 60 años.

Vea acá: Revelaciones de rescatistas, un año después de la tragedia de Chapecoense

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Hincha de Atlético Nacional, de los que no se pierde ningún partido y hasta le pone la bandera al carro, cuenta con 37 años de labor en el aeropuerto y un cuarto de siglo en trabajos de rescate.

‘Willy’, como lo llaman de cariño, vive en el municipio de La Estrella (suroccidente de Medellín) con quien es su esposa desde hace 36 años, tiene dos hijos y es abuelo de dos nietos: “vivo tranquilo, vivo feliz, ya muy próximo a pensionarme”.

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Reconoce que fue muy ‘tronco’ para el fútbol, por eso, con sus 1,78 metros de estatura, prefirió dedicarse a tapar en los picaditos. Tiene una aplicación en el celular que le avisa todo respecto a los juegos de Nacional y Chapecoense, y no oculta que uno de sus sueños es ver a Alan Ruschel, Hélio Neto y Jackson Follmann, sobrevivientes del accidente, regresar a las canchas.

Así recuerda el capitán William Cárdenas cada instante que vivió salvando vidas y recuperando cuerpos de la tragedia aérea, previa a la final de Copa Suramericana que nunca se jugó, que dejó un balance de seis heridos y 71 muertos.

El deber llamó el 28 de noviembre de 2016

“Yo estaba en mi casa descansando, había terminado de trabajar, como a las 10:15 p.m. me llamó el director de operaciones y me dijo: ‘‘Willy’ hay una emergencia en Rionegro, confirmala y me llamás’”.

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“Llamé inmediatamente a Bomberos y me dijeron que efectivamente teníamos una aeronave en alerta y la estaban verificando en el radar. En el momento que me contestó la compañera que estaba en la guardia de Bomberos, me dijo: ‘‘capi’, en este momento salió del radar, se cayó ese avión’. Entonces le dije: ‘procedamos con el plan de emergencia, yo ya subo’. Comencé a subir y a llamar a algunos grupos de rescate que conozco”.

“Me gasté desde La Estrella al aeropuerto 40 minutos en una carrera loca, normalmente es una hora y 20 minutos, son unas curvas bien críticas, me cogió un aguacero torrencial entre La Estrella y Envigado, no se veía nada, siempre estuvo como maluquita la salida. Llegué al aeropuerto José María Córdova a tiempo”.

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Lea acá: Marlon Lengua, el teniente que se vistió de héroe en el accidente de Chapecoense

Acercándose a la zona cero del choque

“Allá nos encontramos una entrada muy estrecha a una vereda, saliendo de la vía principal a La Unión (Antioquia), la decisión con las autoridades fue que nadie entrara a la zona en vehículos para permitir la salida de ambulancias”.

“Los Alcaldes ya estaban llegando, también algunas personalidades del fútbol, estaba el Presidente de Nacional (Juan Carlos de la Cuesta), el arquero Gastón Pezzuti y Víctor Marulanda (gerente de Nacional)”.

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“Estuve en el sitio como desde la medianoche, mis muchachos ya estaban muy adelante con la otra gente haciendo las operaciones de rescate a los sobrevivientes, yo tenía contacto directo vía Avantel con el oficial que teníamos ahí, me comunicaba en el aeropuerto con el director de operaciones y lo ponía al tanto de todo lo que hacíamos”.

“Montamos el puesto de mando para que no se nos fuera a colapsar el sitio de la tragedia. Hacíamos otro control del paciente y lo remitíamos al hospital de acuerdo a las heridas que tenía, en ese momento habían sacado unos 12 o 13 cuerpos; me entregaron la escena para que yo dirigiera”.

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Al lugar de la tragedia

“Cuando ya nos notificaron a las 4:00 a.m. que había salido el último herido, esperamos que pasara y le hicieran el control respectivo para empezar a subir. Allá nos encontramos con un sitio dantesco, terrible”.

“Llegué con mis muchachos, queríamos hacer un relevo, los demás estaban afectados porque habían trabajado toda la noche, pero ellos nos rogaron que los dejáramos trabajar otro rato, la verdad es que lo permití, contra todas las regulaciones, porque también estaban muy entregados a este siniestro y querían colaborar, ya sobre las 7:00 a.m. los vi muy agotados y les dije que ya habíamos hecho el trabajo principal”.

“Empezamos a hacer la numeración de las personas, inicialmente todos contábamos con 81 personas y al final de la tarde, cuando estábamos terminando de sacar las últimas personas, nos dijeron que no nos faltaban seis sino dos, nos acaban de informar que hubo cuatro personas que no viajaron”.

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“Nos dio un poquito de aire eso, terminamos de sacar los cuerpos, habíamos solicitado una grúa para que nos ayudara, porque un cuerpo estaba atrapado entre un árbol muy frondoso y latas del avión. Los sacamos todos, les dimos el debido trato y se los entregamos como era a la Policía”.

Vea acá: “No tengo pesadillas con el accidente, estoy recuperado”: Rafael Henzel

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Un año sin regresar al ahora “cerro Chapecoense”

“No he vuelto, mis compañeros sí, dicen que está muy limpio, que los árboles están creciendo nuevamente, la verdad no se ha presentado la oportunidad y se me hace muy difícil regresar”.

“Yo tengo muchos años en esto, he vivido muchos accidentes, pero esto me dolió mucho, es de los que más me ha dolido porque me encanta el fútbol”.

“Esto nos ha generado espacios importantes para contarlo, tuvimos una recuperación psicológica muy grande, hemos hablado de todo el impacto que nos generó, en mi grupo hay gente muy joven que vivió por primera vez una cosa de estas. Es una historia que a los que somos veteranos no nos gustaría contar, pero toca hacerlo a las nuevas generaciones de bomberos”.

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“Todavía se acuerda uno y le da duro, yo que soy hincha de Nacional, me encanta el fútbol, soy de estadios y esas cosas, además de la angustia que vivía toda la gente que estaba ahí… Uno sí se debilita mucho”.

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