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La revelación del año se confesó con la FIFA

El alemán Thomas Müller, de 21 años y en su primera temporada como profesional, se convirtió en titular indiscutible del Bayern de Múnich y se declaró el Botín de Oro de Sudáfrica 2010, con cinco tantos. "Fue un año espectacular", dijo en entrevista con Fifa.com.

Con el campeón histórico de Alemania conquistó el doblete de Liga y Copa nacionales y accedió a la final de la Liga de Campeones de la UEFA, donde él y los suyos cayeron ante el Inter de Milán.

Además de eso, el versátil volante dio el salto a la selección absoluta de su país, nada menos que en el Mundial Sudáfrica 2010. Allí, obtuvo el galardón de Mejor Jugador Joven, así como la Bota de Oro al máximo goleador del torneo.

Thomas Müller, hace unos días le ha sido entregada la Bota de Oro en una gala de la FIFA. ¿Qué tal se siente al respecto?

Es muy bonito, por supuesto. Es un premio que siempre me traerá buenos recuerdos. Tiene un gran valor en el mundo del fútbol. ¡Hay tan pocos que han podido ganar la Bota de Oro! Sobre todo, porque sólo se entrega cada cuatro años. Definitivamente que es una distinción enorme. Me cuesta creer que haya sido yo quien la ha ganado.

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Uno de sus predecesores fue el Torpedero Gerd Mueller, a cuyas órdenes llegó usted a jugar en el filial del Bayern de Múnich. ¿Qué clase de modelo fue para usted?

Soy demasiado joven para haberlo visto jugar. Y creo que él era un tipo de jugador distinto al mío. En lo tocante a la faceta goleadora, naturalmente que es un modelo para mí, pero no me quiero meter presión con la cantidad de goles que él marcó, porque de todas formas no la voy a alcanzar. Él es un buen amigo, que me ha acompañado durante los tres o cuatro últimos años. Aún nos seguimos viendo en los viajes de Liga de Campeones y solemos charlar.

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Si no fue Mueller, ¿quiénes fueron sus ídolos?

Nunca he tenido ídolos. No va con mi carácter. Desde siempre he sido consciente de que mi estilo de juego no cuadraba tan bien en ciertos entramados como el de otros futbolistas. Pero como es natural, admiro particularmente a los grandes jugadores, como Zidane, Ronaldo o, ahora, Messi, y procuro fijarme en lo que hacen para aprender de ellos y mejorar cosas. Pero un gran ídolo de verdad no he tenido nunca, y creo que es mejor así cuando se tiene una personalidad propia.

2010 ha sido muy movido para usted. ¿Qué balance personal extrae de la temporada?

Ha sido un año increíble por todas las cosas que han pasado. Aunque sólo sea por los títulos que he ganado con mi club y también con la selección. Para ser mi primer año como profesional, ha sido tremendo por la cantidad de acontecimientos, y por eso ahora no es tan sencillo recordar todos y cada uno de ellos. Por otro lado, la nueva temporada ya está bastante avanzada. En el fútbol, las cosas van cada vez más deprisa y hay que seguir readaptándose a lo que viene. Pero al mirar atrás, me doy cuenta de que ha sido un año de locura.

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Al término de una temporada sumamente fructífera con el Bayern, llegó la cumbre del Mundial en Sudáfrica. ¿Cuánto le sorprendió formar parte de la expedición?

No me pilló realmente por sorpresa. El caso era que la posición de centrocampista derecho aún no tenía un ocupante firme, a diferencia de otras demarcaciones. Naturalmente que yo me había hecho ilusiones, aunque sólo fuera por mis actuaciones recientes en la Bundesliga. Había marcado muchos goles y tenía esperanzas.

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Por supuesto que me alegré mucho de poder imponerme en la lucha por la posición, pero en aquellos momentos atravesaba una buena fase, de modo que no podía pasar desapercibido para el seleccionador. Ahora se trata de defender ese puesto. Fue una suerte estar en plena forma en el momento más oportuno. Si se mira el Mundial desde ese punto de vista, no hay mucho más que decir al respecto. Es sencillamente una historia que discurrió por un determinado camino, y en la que intervino una buena porción de suerte.

La Copa Mundial transcurrió de manera sensacional para usted. Además de subirse al tercer escalón del podio con la selección alemana, pudo ganar dos premios individuales...

Con eso no había contado nadie. Fui allí a triunfar con la selección. Nos lo habíamos propuesto firmemente. Que luego me cayeran dos premios individuales fue todo un éxito para mí. Es cierto que ahora todo eso es agua pasada, porque en el fútbol las cosas siempre se suceden muy rápido. Pero me quedará para siempre en el recuerdo, y eso ya nadie me lo puede quitar.

¿Hay algún momento especial de este año que se acaba que se le haya grabado en la memoria?

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Es muy difícil elegir uno. Es difícil decir qué es mejor, si jugar un Mundial o una final de la Liga de Campeones. O si lo mejor fue conseguir el doblete de Liga y Copa. Sencillamente he disfrutado cada cima, y lo principal fue que todo salió a pedir de boca, tanto deportiva como extradeportivamente.

Como es lógico, será difícil superar un año como éste. ¿Qué se ha propuesto para los próximos?

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Lo más difícil que me he propuesto es confirmar los éxitos con mi club. Queremos volver a ganar títulos. En la Bundesliga, actualmente, las cosas no pintan tan bien. Eso es debido por un lado a que tuvimos algunas dificultades al comienzo, y por el otro a que el Borussia Dortmund tiene en estos momentos muchos más puntos de lo normal. Pero tenemos que estar ahí arriba por si acaso el Dortmund afloja el paso.

La temporada aún no ha acabado. Hemos disputado la mitad de los encuentros. De ahí que aún tengamos esperanzas. Pero lo fundamental para nosotros es volver a encontrar el camino de la cumbre. Y en las demás competiciones las perspectivas parecen buenas.

¿Cómo encuentra la tranquilidad y la relajación Thomas Müller?

Cuando vuelvo a casa y me reencuentro con mi mujer, mi familia, mis amigos y mi perro, eso ya es diversión suficiente. Ahí soy simplemente el hombre Thomas Müller, y no el futbolista. Es muy importante regresar de vez en cuando a la base.

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