Propongo un homenaje para los hinchas de Millonarios. El único equipo de Colombia en el que no hay barrabravas. Sus aficionados son tan decentes, tan cultos, tan de buena familia y educados que con ellos no es el tema de las sanciones por la violencia en el fútbol. A ellos -de sangre azul- cómo los van a privar de ver al equipo por televisión debido a una violencia que parece que es de un país ajeno al suyo…
El primer párrafo es un sarcasmo. Lo explico por si hay algún barrabrava entre los lectores, o por si algún lector se cree más hincha que persona. Lo explico, también, porque no entiendo cómo hay ciudadanos enfurecidos con la Dimayor por castigar a dos equipos por un problema que en realidad es de 20 (o de 36, con los de la B). La violencia no es de América o Cali, es de los colombianos. O acaso si mañana muere un hincha de Nacional o Millonarios ¿qué nacionalidad tendría el acta de defunción?
Es una ironía que los aficionados de los demás clubes protesten por una medida que había tardado en tomarse, y que sigue siendo pequeña al lado de semejante problema en el que se convirtieron los barrabravas. Si prohibiendo la transmisión por televisión o la información sobre un espectáculo privado que se está transformando en un bochorno público se logra algo, bienvenida la medida. Si eso garantiza que los clubes reaccionen y rompan el matrimonio que tienen con los brutos de las tribunas populares, pues que sea el precio a pagar.
En el pasado, he visto presidentes de equipos reunidos con los líderes de las barras. Además de escucharlos, se comprometieron, en su momento, a ayudarlos en los viajes de los clubes al exterior, con facilitarles la compra al por mayor de boletas, con aportar dinero para un trapo o una bandera. El cáncer del fútbol que hoy hace apagar las pantallas en los dos juegos del sábado (Bucaramanga vs. América y Cali vs. Millonarios) empezó a crecer desde hace años al interior de los mismos clubes.
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Poco solidarios también parecen algunos periodistas. Prefieren alegar un inescrupuloso “derecho a la información” antes que pensar en la dignidad de una sociedad cansada de ver cómo el fútbol se usa para consumir y vender narcóticos, dentro y fuera de los estadios, cómo los barrabravas se toman las calles con pistola en mano, cómo amenazan y roban en los alrededores de los estadios o cómo se citan en cualquier carretera del país para enfrentarse.
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¿En qué país vivirán los hinchas y periodistas inconformes con la medida de este sábado? Que me inviten a ese lugar en el que los muertos del fútbol no los entierran en sus cementerios, los heridos no los atienden en sus hospitales o la sangre no mancha sus calles.
PD. Por quienes sí lo lamento es por los colegas de radio. Sin transmisión no hay anunciantes, y tampoco dinero. Pero si no se fijan precedentes, todo podría ser peor, inclusive para ellos mismos.
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