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Arsenal, con un golazo al minuto 90+6, remontó y derrotó 3-2 al Bournemouth

El Bournemouth, sin Jefferson Lerma, comenzó ganando 2-0, pero el Arsenal mostró jerarquía, logró darle vuelta y seguir líder de Premier League.

Arsenal
Arsenal celebra - Foto: AFP

Superado ya el minuto 96, el tiempo añadido establecido en un primer momento, al borde del 97, quizá en el último córner, llevado al límite por el Bournemouth, con dos goles de desventaja a la hora de encuentro, el Arsenal sólo fue por delante en el marcador unos segundos a lo largo de más de hora y media de vibrante duelo, en los últimos instante, con el gol agónico de Reiss Nelson que puede valer una 'Premier'.

Su volea, tras un rechace en un córner, en la desesperada ráfaga final del líder, que sostiene los cinco puntos de renta sobre el Manchester City, desató la apoteosis en la afición, en el equipo y en Mikel Arteta, cuya eufórica celebración cuando el árbitro decretó la conclusión del duelo (en la siguiente jugada al gol) delató el sufrimiento sobre el que se movió el partido para su conjunto, resurgido cuando menos se intuía. Ganador en el alambre.

El Arsenal perdía por 0-1 casi desde la caseta. Un instante es decisivo en el fútbol. Nueve segundos lo son aún más. Del saque de centro, en la primera jugada del encuentro, a través de siete toques entre tres jugadores, el Bournemouth, el penúltimo de la clasificación al inicio de la jornada, trasladó el balón del círculo central hasta la red de la portería de Aaron Ramsdale, con un gol culminado dentro del área por Billing, indetectable en esa acción.

El 0-1. Sorprendente. Nada improvisada la jugada. No fue fruto de la casualidad, por más que hubiera un toque final crucial para terminar la acción en el gol, sino de la estrategia, de la preparación exhaustiva de cualquier momento de cualquier encuentro. Los movimientos de los futbolistas del Bournemouth, la salida veloz, el desarrollo y el desenlace, componen una preparación en la pizarra que, esta vez, salió de manera incontestable. Increíble. O no.

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El Arsenal, el intratable líder casi toda la temporada, el equipo que se había repuesto a las dudas de febrero, cuando encadenó la desconocida racha en este ejercicio de tres jornadas seguidas sin ganar, incluida la derrota contra el Manchester City, jugó en desventaja 70 minutos contra el penúltimo, capaz de vencer sólo cinco de sus 25 choques, incluido este sábado, encomendado de inmediato a la resistencia, por la primera ofensiva rival entonces.

Primero más intensa, con Neto vestido de súperheroe para contener el 0-1 a los tres minutos y 19 segundos, con dos paradas extraordinarias a Odegaard, al que sacó una mano izquierda magnífica, y a Saka, al que opuso su cuerpo, con el que repelió el remate de su oponente a apenas un metro; después más intermitente, entre otras cosas porque el Bournemouth defendió bien en los minutos posteriores. Al descanso, aguantaba el 0-1.

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No sólo eso, sino que, aparte de que tampoco sufría en exceso para conservar la renta, salía al contragolpe. De hecho, no anotó el 0-2 en el minuto 20 porque Ramsdale se cruzó salvador en el remate de Ouattara. El contraataque fue perfecto, con la conducción de Solanke, el desmarque de Billing y el pase al medio hacia Ouattara. Le sobró el guardameta contrario. El Bournemouth, con 69 pases en todo el primer tiempo, ganaba 0-1. Un éxito.

Sin Gabriel Jesús y sin Nketiah, indisponibles aún, sin Trossard, lesionado al minuto 22, el líder necesitaba goles. Pero también ocasiones. No había creado tantas como debería. No había sido un ciclón insoportable para el Bournemouth. Ni mucho menos. No había resurgido aún el Arsenal a la afrenta del gol tan rápido. El marcador seguía immóvil 50 y tantos minutos después, en el 0-1, entre la urgencia que ya sentía el equipo de Mikel Arteta.

Y, de repente, en el 57, en un córner, un testarazo de Marco Senesi dinamitó aún más el partido, disparó el desafío para el Arsenal y destrozó todos los pronósticos. En las últimas 15 jornadas tan solo había ganado dos encuentros, este sábado vencía por 0-2 en un estadio donde sólo se había impuesto el City en este ejercicio, pero donde el triunfo está al alcance de muy pocos, como anunció Thomas en el minuto 62, con el 1-2 dentro del área.

Y como comprobó el Bournemouth en el 70, cuando Ben White marcó el 2-2 que desató la apoteosis en la grada del Arsenal, reanimado al límite (antes, Ramsdale había evitado otro gol visitante, con una gran parada a Solanke) y reactivado en la carrera contra el crono, de la que salió ganador en el último instante, con la volea de Reiss Nelson en la penúltima jugada.

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