Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Push Gol Caracol
Reciba nuestras notificaciones con lo último de:
No, gracias.
¡Claro que sí!

Publicidad

Todos somos James, todos somos Nairo…

265066_jamesrodriguezbayernmunichafp_e.jpg

“Me voy pero volveré y nunca dudes de mí, novia mía”…Vieja canción. Se fue James del Madrid, dejando mal parada a la prensa, especialmente a la española, que inventó opciones, negocios y transferencias.

No retrocede, como se afirma, porque busca lo que más extraña: jugar, para con ello darle un nuevo impulso a su carrera que en el reciente pasado tocó techo.

Llega a un vestuario competitivo y exigente, con los mismos anhelos de triunfo de su anterior club, rodeado de estrellas y de egos.

Gélidos son sus compañeros y sin intensidad, el carnaval en el triunfo. La fiesta es el gol y la cerveza, el desahogo y el premio.

Publicidad

No devora, en Munich, el ‘Jet set’, ni la noche es  tan  apetitosa.

Sin duda, James es rentable por donde pasa.  Con déficit deportivo o sin él, es figura del mercado.

Publicidad

En el fútbol negocio, que hoy gobierna, es arte puro, así sus corrientes adversas pretendan menospreciarle por los características de su acuerdo de salida y la elección de su nuevo equipo.

Me cuesta evitar la conexión entre James y Nairo Quintana.

Ambos ídolos, los dos ganadores, como extensiones de nuestros pensamientos, amores y disgustos. Están en boca de todos los que comparten con delirio sus triunfos o se sumergen en profundas decepciones en sus caídas.

Estremecen todas sus noticias. De los podios de Nairo a lo que llaman, en crítica extrema y apasaionada, estéril paso por el Tour, sin valorar su esfuerzo.

Los goles de James y las desaceleraciones de su carrera que  sacuden el ánimo de los colombianos.

Cuando Nairo estira el pelotón con pedalazos imponentes, tantos descorchan champaña. Luego, en sus desfallecimientos, le ponen la cruz.

Publicidad

Igual, con James. Conceptos extremos, que agobian a los ídolos y causan revuelo.

Son dos portadores de alegrías, que están en boca de todos,  aunque, como dice Kundera, formen parte de la “insoportable levedad del ser”. Así es la fama.

Publicidad

  • Publicidad